¡Felicidades! ¿y ahora que?

Este país es una bomba de tiempo. Explotará en cualquier momento… no sé cuándo, pero así
será.
El mar se va tranquilo; las olas apenas alcanzan uno a dos metros. El océano es una llanura de
agua mansa. Y allá lejos, en el horizonte, “el mar y el cielo se ven igual de azules, y a la
distancia parece que se unen”. Un remanso de paz nos envuelve.
Pero un día, el menos esperado, la tierra se calentará, de sus entrañas el fuego quemará la
misma tierra y el mar se enfurecerá, las olas se agigantarán, el viento soplará con fuerza, un
tsunami lo arrasará todo dejando una estela de muerte y desolación.
Ese día está cerca.
Tanta degradación ética y moral, tanta sangre y muerte, tanto llanto y luto, tanto desamparo y
pobreza material y humana no pueden convivir por tanto tiempo abrazados al robo, el crimen,
el narcotráfico, la corrupción y el desorden oficializado desde el poder.
Algo grande está por suceder; algo que desbordará todas las expectativas; algo despiadado,
lleno de rabia que no podrá detenerlo nadie. Como diría Benedetti, entonces “será una pena
que no exista Dios” para los depredadores.
El país no podrá soportar seis años dirigido por el Partido de la Liberación Dominicana. De
mantenerse más allá del 2020, habrá que quemar las naves y huir despavoridos aun sean
lanzándonos al mar para que nos coman los tiburones blancos.
Los dominicanos no sabemos del credo morado, ni la mitad de lo que está pasando…
No logro entender como los dominicanos y dominicanas, jóvenes y viejos, hemos permitido
que nos robaran el país, que lo convirtieran en un narco estado, en una pocilga peor que
“Sodoma y Gomorra”, llena de vicios, prostitución, enajenación cultural, pobreza y
mendicidad. Ese no fue el país que Joaquín Balaguer, en un pacto reaccionario, rastrero y
racista para impedir que Peña Gómez ganara las elecciones, le entregó al PLD en 1996.
¡Grave error!
No éramos un país perfecto, es cierto. Teníamos muchos problemas por resolver. Pero al
menos se podía vivir mínimamente, con menos traumas, menos miedo y con menos
desasosiego. Entonces llegaron ellos con sus cuentos y sus promesas de justicia y libertad para
todos teniendo como estandarte la decencia y la honestidad de Juan Bosch, que nunca podrá
descansar en paz.
¡Oh! ¡Si lo hubiéramos sabido!
El gansterismo político se impuso superando la mafia siciliana o rusa; crearon o permitieron
carteles de drogas tan grandes y peligrosos como los de Colombia, Venezuela y México. Solo el
Rey de la Heroína, preso en Estados Unidos hace años, recibió cinco mil millones de dólares en
obras públicas durante el gobierno de Leonel Fernández, según consta en la sentencia de
deportación de la Suprema Corte de Justicia. El Don, como llamaban a Quirino, el Marqués, de
la torre Atiaman, son apenas algunos de los casos.

Los barrios están llenos de drogas para que la juventud siga adormecida mientras ellos
saquean el país; nadie está seguro en ningún lugar; todos los ciudadanos andamos temerosos
pensando en la seguridad de nuestras familias; los atracos, asaltos, violaciones y asesinatos se
producen a cualquier hora del día o de la noche. Amanecer vivo es un milagro.
El caos del transporte público es el mismo caos del país, donde nadie, incluyendo a las
autoridades, respeta las leyes y sus normas.
Como he dicho otras veces citando al poeta Pedro Mir, “este es un país que no merece el
nombre de país, sino de tumba, hueco o sepultura”.
Soportar a Danilo ocho años haciendo lo mismo que hizo Leonel 12 años, pero multiplicado por
diez, es una tragedia. Otros cuatro, con quien sea del PLD, sería el apocalipsis, algo peor que el
Armagedón de los cristianos.
La deuda que crece todos los días como una bola de nieve, terminará aplastándonos, a menos
que hagamos algo.
Por eso digo que este país es una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento.
Y si no ocurre este año o el próximo, larguémonos y dejémosle lo que queda de país al PLD
para que se lo coma con yuca costarricense, porque la mocana, se acabó. Se la robaron ellos.

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