El retorno de Leonel Fernández al poder

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Nueva York.

De todas las disciplinas académicas, la Política es talvez, la que mas se auto regenera, la que con mas frecuencia redefine sus cimientos básicos.

Y en cada proceso electoral, aun y cuando siempre se persigue el mismo objetivo, que es alcanzar el poder por el favor de las mayorías, hay que tratar cada jornada como si fuera totalmente diferente a la anterior.

Se cree que Heráclito, notable filósofo griego, sustentador de la teoría del cambio permanente, expresara alguna vez que, “nadie se baña dos veces en el mismo río”; y el imaginario popular, siempre irreverente y observador, lo parafrasea y concluye en que: “las elecciones nunca se ganan con los mismos votos de las anteriores”. Es decir, aunque el procedimiento, como el cauce del río, sea el mismo; ni las aguas, ni los votantes, ni las razones para votar, ni las circunstancias, son iguales a las pasadas. Siempre habrá un rio nuevo y una elección nueva.

Si expresamos la analogía en lenguaje dominicano convencional: Leonel Fernández va a participar en una elección muy distinta a las otras tres anteriores. El escenario es otro, su partido no es el mismo, los votantes de hoy no son los de ayer; y él personalmente, es otro candidato. Por tanto, la estrategia de campaña ha de ser diferente a las anteriores.

Lo primero es, conformar un equipo de campaña acorde con las fuerzas que lo sustentan. Su base de apoyo ya no es el antiguo partido, que le garantizó siempre el 80% de los votos sino, un abanico de fuerzas mixtas donde mas del 50% de no proviene de su partido. Tanto aquí (USA), como allá (RD), ese comando de campaña debe reflejar esa realidad.

La constitución orgánica de La Fuerza del Pueblo, no puede ser la tarea inmediata del proyecto; antes hay que ganar las elecciones de febrero y mayo. Y como ya hemos dicho, se debe dejar en manos de una comisión, nombrada por la Alta Dirección y la presidencia de LFP, los trabajos sobre la fundamentación, declaración de principios y estatutos del nievo partido. Pasadas las elecciones, deberá convocarse el Primer Congreso de La Fuerza, y establecer su estructura definitiva.

Personalmente, insisto en este procedimiento, porque es notoria la intención del grupo proveniente del Comité Central del PLD, de acaparar todos los puestos de mando del Comando de Campaña, marginando a los militantes que vienen de otras corrientes de pensamiento. Esta actitud no es conveniente, porque excluirá muchos activistas y trabajadores políticos que simpatizan y acudieron al llamado de Leonel Fernández.

La justeza de este planteamiento se fundamenta en hechos reales y medibles, algunos de los cuales, podemos enumerar:

  • La dirección del PLD viene de perder dos veces consecutivas en USA, por tanto, conviene que se agregue gente nueva en los puestos de mando, con ideas operativas diferentes
  • Hay que poner distancia de los viejos estilo de trabajo del PLD, si se quiere establecer y dar la sensación, de que la Fuerza no es otro PLD
  • El mote de “Comesolos”, buque insignia del rechazo popular al viejo PLD -aun sin ser siempre merecido- hay que dejárselo como tara al viejo partido
  • Mientras mas se aleja La Fuerza del viejo PLD, mas chance tiene de posicionar, y que sean respaldados sus candidatos en las urnas
  • En lugar de empezar a repartir entre ex peledeístas, lo que aún no se ha ganado, deberían conformar una Comisión de Estrategia, para diseñar la estructura del discurso “de vuelta al poder” de Fernández y posicionar a los responsables de difundirlo
  • El triunfalismo no es buen consejero nunca, y menos cuando se trata de derrotar una estructura política, que ya ha demostrado actuar bajo la premisa de que “el fin, siempre justifica los medios”
  • Recordemos el caso del béisbol, la otra gran pasión de los dominicanos. Cuando uno tiene un pitcher como Leonel Fernández, el juego se gana, aunque nadie batee y el manager sea malo.

Si insisten en la “salvajada” de intentar reeditar el partido del que tuvieron que salir, están condenados al fracaso; y las razones son mas que obvias.

En primer lugar, porque la semilla que se va a sembrar, no será la que plantó don Juan, en su sueño de construir el instrumento ideal para la lucha del pueblo. La simiente actual, ha sido genéticamente tratada y modificada con el paso por el Estado y ello genera un sentimiento de “ahora o nunca” en los dirigentes. Este mal sólo se previene con la apertura democrática.

Por otro lado, el terreno no es el mismo. La sociedad de 1973 dista mucho de la actual. Para ese entonces, el riego dependía de la lluvia natural; hoy día, “se riega hasta por goteo”. Y lo que es mas preocupante aún, nadie siembra tamarindos, prefieren frutos de ciclo corto.

 

¡Vivimos, seguiremos disparando!

JPM 

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