El pacto de la oposición es contra el continuismo
Derrotar al PLD es la megameta de la oposición. Terminar con la racha de las derrotas. La Convergencia es la plataforma ideal. Pero luce muy debil, tímida y lenta. Al ritmo que marchan es difícil y remota la posibilidad de triunfo. Ignoran que su enemigo común es uno sólo: el PLD.
Llevan dos años sin avanzar, roncando, perdiendo el tiempo, porque no hay una clara política de alianzas. Necesitan un discurso más contundente y bases claras de las alianzas tácticas y estratégicas. La unidad requiere negociadores más sagaces. Tiburones, buitres de la política, que persigan la unidad con hambre de poder. Y que vean con claridad meridiana que hay dos posibles escenarios políticos en el 2016: primera y segunda vueltas.
Después de doce años como gobernante impopular, con la criminalidad política al más alto nivel, en 1978, Joaquín Balaguer intentó seguir en el poder y buscar su cuarta reelección. José Francisco Peña Gomez, entonces el más visionario y audaz lider político del país, articuló el Acuerdo de Santiago, con Antonio Guzmán a la cabeza y Elias Wessin Wessin como candidato vicepresidencial.
Allí estaban juntos manzos y cimarrones, el Movimiento Popular Dominicano (MPD), junto al Partido Quisqueyano Demócrata (PQD) y su lider, Wesssin y Wessin, jefe del CEFA en la Guerra de Abril de 1965. Es decir, el Acuerdo de Santiago integró fuerzas de la izquierda y la derecha. Mientras Juan Bosch decía que aquello sería “otro matadero electoral”, Peña Gómez lanzaba la oposición a las calles y movilizaba a miles de dominicanos contra el continuismo y la corrupción balaguerista. Guardando las distancias, estamos en una coyuntura similar.
Un partido oficialista que cumplirá 12 años en el poder, y cuya ala ultraderechista saturó el país de corrupción, entregó las riquezas nacionales, como la mina de oro de Cotui, regalada a la Barrick Gold. Un ala ultraconservadora que arrabalizó más la frontera, abriendo la entrada masiva al inmigrante ilegal haitiano y al narcotráfico internacional, y que destruyó el sistema judicial, profundizó la crisis de los apagones y el transporte público, hundió a muchos sectores de clase media en la pobreza y aumentó la pobreza extrema a más del 40 por ciento de la población dominicana, unos 6 millones de ciudadanos.
Sin la presencia en el Estado de Danilo Medina en los últimos dos años y sus grandes esfuerzos por remediar la crisis, el PLD estuviera en ruinas, hundido en el descrédito. Es por eso que hay una enorme distancia entre la popularidad de Medina y la impopularidad del sector ultraderechista del partido gobernante. Bajo 16 años de unipartidismo, la Nación muestra muy pocos avances y enormes precariedades.
Más miseria acumulada sobre la clase media baja, y mucho más enfermedad y pobreza extrema sobre toda la población. La inequidad social multiplicó las drogas, el sicariato, el crimen. Y la oposición ronca su largo sueño, más dividida, Urge un pacto unitario para derrotar al PLD, bajo un programa mínimo. Una figura fresca como candidato presidencial y en las candituras congresuales y municipals.
Urge menos liderazgo de television y menos blandenguerias. Opositores aguerridos que lancen las masas descontentas a las calles, como solía hacerlo Peña Gomez, para mostrar fuerza y forzar la unidad. Si es que la oposición quiere de verdad reconquistar el poder y derrotar el continuismo.
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