El espíritu de Lincoln

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EL AUTOR es político. Reside en Santo Domingo.

La discriminación racial y social es una lacra intestina de presencia histórica en la sociedad norteamericana y también en buena parte del mundo.

Constreñido a la superpotencia de América del Norte, es el germen que quedó subyacente después que el movimiento abolicionista que tuviera como figura imperecedera a Abraham Lincoln, aboliera la esclavitud.

La dimensión histórico-social de este humanista, le indujo a considerar menos perjudicial los horrores de la guerra civil que la permanencia de una institución social y jurídica tan abominable.

Encarnizada y fratricida la Guerra de Secesión,desarrollada de 1861 a 1865, alcanzó la gloria de imponer el nuevo espíritu de la constitución norteamericana a los sublevados estados del sur y preservar el estado de la unión.

Con esta conflagración los Estados Unidos adquirieron la dualidad dimensional de la grandeza histórico-política que encarnaron los padres fundadores de la nación George Washington, Thomas Jefferson, John Adams, Benjamín Franklyn, Alexander Hamilton, John Jay y James Madison; y la grandeza histórico-social representada por el ejemplo emancipador de los derechos del hombre que inmortalizara a Abraham Lincoln.

Si bien la esencia de la constitución estadounidense erradicó de su seno el lastre de la flagelación de una raza por otra, con la Proclama de Emancipación de la Esclavitud que promulgó Linconl en 1864, el germen de la discriminación racial, social y étnica ha sobrevivido en su evolución histórica, desde la guerra de independencia de 1776.

Penosamente en este momento, ese flagelo maldito que carcome a la sociedad como la polilla a los viejos papeles, se recrudece peligrosamente envolviendo no solo a los ciudadanos de origen afroamericano, sino también a las etnias procedentes de países tercermundistas, expresado en la crisis de los emigrantes, con acento especial en los latinoamericanos por asuntos de circunstancias históricas.

Lo económico, siempre preponderante en el equilibrio social, es factor que maximiza los latidos estremecedores de la discriminación racial y social. Históricamente ha sido así. Lo peor es que la crisis de hoy, germinada por la pandemia del covid-19, adquirirá identidad híbrida, económica-sanitaria, con los efectos ulteriores sobre todo el aparado económico estadounidense y del mundo.

La gran depresión económica del año 1929 que se extendió hasta 1939, pusieron al rojo vivo los conflictos raciales, apaciguados a partir de 1933 por los efectos asistenciales del conocido como New Deal que puso en marcha el gobierno de Franklin Delano Roosevelt, etapa genética del llamado estado del bienestar o estado welfare.

Colateralmente observamos que la profunda crisis social y política de la década de los años 1960, registra el asesinato en 1968 del que se considera paladín de la integración racial, Martin Luther King, por atreverse a tener un sueño de igualdad racial.

Solo queda clamar en esta hora aciaga, para que reencarne en la conciencia de la nación norteamericana, el espíritu de Lincoln.

JPM

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