El Consejo de Cooperación del Golfo y China como nuevo mercado energético

El Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, fue fundado el 25 de mayo de 1981 por seis países, Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Omán. En un inicio se llamó Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Ocupa casi en su totalidad la península Arábiga, pues solo Yemen no forma parte del mismo. Esta zona entre Europa y Asia posee un alto potencial energético, acumulando una tercera parte de las reservas probadas de petróleo del planeta y una cuarta parte de las de gas natural.

Esta riqueza ha sido eje principal para la integración regional. El Producto Interno Bruto en conjunto es de 1,600 billones de dólares, con un Producto Interno Bruto Per Cápita de 33,300 dólares, según se desprende de su portal. Los intercambios comerciales en el mercado común que estos establecieron en el 2008 anda hoy por encima de los 100,000 millones de dólares. Sus respectivos regímenes políticos son monárquicos.

Occidente liderado por Estados Unidos de América, contribuye a la garantía de la prosperidad y preservación de la soberanía de estos seis países. Sin embargo, los nuevos aires que soplan desde el 2011, a raíz de las revueltas conocidas como Primavera Árabe, han provocado un resquebrajamiento en la firmeza del apoyo de la Unión Europea, lo cual ha arrojado dudas sobre esta fórmula única de estabilidad en el corto y mediano plazo. Se le suma a esto, las respuestas dadas por Occidente a casos como el de las armas químicas en el gobierno sirio o el avance de Estado Islámico, lo que no ha satisfecho al grupo de los seis. También estos ven con incertidumbre el acercamiento entre Washington y Teherán.

Ahora se agrega un nuevo elemento: un Estados Unidos autosuficiente y además exportador de petróleo y gas, que viene a hacerles competencia. En septiembre de 2014, la producción en Estados Unidos alcanzó 8.8 millones de barriles de crudo al día y la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ha estimado que en este 2015 podría sobrepasar a Arabia Saudita como primer productor de crudo del mundo. Una consecuencia de esto, es que las exportaciones de los países de la OPEP (del grupo de los seis solo Bahréin y Omán no son miembros) hacia Estados Unidos se han reducido en un 50 por ciento desde 2008. Esto ha incrementado la competencia entre algunos países productores por el mercado asiático.

China ha reforzado a través del tiempo sus lazos con las monarquías de estos Estados petroleros, para asegurar sus vínculos energéticos, manteniendo al mismo tiempo un apoyo decidido a Irán, adversario de la mayoría de los países de esta región. Los Estados del Golfo a la vez ven en los chinos una oportunidad para ampliar su cartera económica internacional con el desarrollo de unas relaciones menos tensas que las llevadas con Washington. De manera que la necesidad en aumento de crudo fuerza a China a involucrarse con mayor grado en los asuntos de la zona.

Así las cosas, los recursos energéticos guían la mayor parte de su política en la región, buscando mantener buenas relaciones con todos los países del entorno. Desde 1993, se ha documentado, China ha dependido de manera progresiva de las importaciones de petróleo, dado que las reservas domésticas con que cuenta están muy por debajo de la demanda interna. Se estima que para el 2020 su tasa de dependencia podría alcanzar el 66 por ciento.

Mientras Occidente y principalmente Estados Unidos tienden a reducir sus importaciones energéticas de esta región, China se va destacando como socio económico cada vez más importante no solo para el Golfo sino para Oriente Medio en su conjunto, ya que cuenta con grandes reservas de divisas con las cuales adquirir participaciones en compañías energéticas y amarrar vínculos en otros campos.

La asociación estratégica establecida entre China y Arabia Saudita ha ido en progreso y a partir del 2012 ha acrecentado en dos dígitos los intercambios económicos y comerciales. En lo que respecta a Emiratos Árabes Unidos o Qatar, China ha promovido una vía paralela, de cooperación económica en crecimiento permanente y alargamiento de los sectores productivos implicados. En cuanto a Bahréin, China privilegia su condición de centro financiero y de negocios. Del lado de Kuwait se destacan la participación china en sus proyectos ferroviarios y la apertura de su industria de exploración y producción de gas y petróleo a sus empresas. En el caso de Omán, hoy día su relación ha evolucionado de los hidrocarburos a más y nuevos campos, se recuerda que fue la primera nación árabe que en 1983 decidió exportar petróleo a China.

El Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, como complemento de las relaciones establecidas a nivel bilateral, es un actor relevante para China orquestar la cooperación con estos seis Estados. La documentación evidencia que en 2012, el comercio bilateral alcanzó los 155.000 millones de dólares. Este mismo año China importó de estos seis países 93,71 millones de toneladas de petróleo. Los datos oficiales del gobierno chino muestran que, en los primeros nueve meses del 2013, el intercambio comercial alcanzó 121,400 millones de dólares, reflejando un aumento del 5,3% comparado con igual periodo del anterior año.

La colaboración en el ámbito político se extiende a la lucha contra el terrorismo. Los avances que ha realizado Estado Islámico en Irak y Siria preocupan a China por el futuro de sus inversiones, ya que acumula más de 9 mil millones de dólares en el sector energético y cerca de 10,000 trabajadores, aunque sus principales campos se encuentran, hasta ahora, en zonas de poco riesgo. Sin embargo su propia experiencia por las acciones terroristas producto de los brotes separatistas de los nacionalistas uigures en Xinjiang, hacen que siga de manera cercana los impactos y las conexiones de movimientos afines que también pueden encontrar en el golfo Pérsico apoyo o coordinación.

Sin embargo China no está sola, energía y seguridad provocan apetencia de competidores estratégicos como: Japón, India, Corea del Sur y Singapur, quienes también tienen incidencia en la alteración del mercado energético mundial. Son grandes compradores de energía que aumentan su influencia y entran en directa competencia. La gran experiencia internacional que adquieren, les permite que sus multinacionales potencialicen los esfuerzos de inversión en alianza con las empresas locales del sector. De manera que atendiendo en primer lugar la consecución de sus propios intereses, estos han creado una nueva dinámica comercial y geopolítica que ha dado como resultado un nuevo mercado energético, donde los productores del Golfo se encaminan a reducir su dependencia energética, preparando el terreno para una gran diversificación en sus economías.

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