De Simón Bolívar a la CELAC

En el fragor de las luchas de independencia contra el sistema colonial impuesto en América 1810-1825, el libertador Simón Bolívar concibió la idea de la integración de Latinoamérica en una gran nación, la patria grande soñada.
Consideraba Bolívar que solo la unión en una gran masa de nación de Hispanoamérica permitiría eliminar los conflictos regionalistas, entre otros, que tanto mal ocasionaron a las luchas por la independencia americana. Hoy el pensamiento bolivariano tiene vigencia, su mente luminosa proyecta, que solamente con la integración de los Estados latinoamericanos, será posible la superación de la condición político social de carácter tercer mundista de América Latina y el Caribe.
La idea, con el paso del tiempo, se perdió. Es mucho tiempo después, 200 años, que resurge nuevamente la idea de la integración, cuando el 23 de febrero del 2010 en el marco de la celebración de la cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, en México, se da el primer paso de integración con la constitución de la CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe).
De tal manera que para esa fecha quedó constituido un instrumento amplio y diverso para la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe. La Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) es una tribuna que constituida por 33 Estados independientes, con la inclusión de la república de Cuba, que tiene como desafío impulsar la integración política, económica, social y cultural de las naciones de Latinoamérica y del Caribe.
¡Qué paradoja! En el Sur del continente americano existe un mercado de miles de millones de consumidores de alimentos y mercancías con capacidad para el intercambio y la producción, sin embargo, ese gran mercado carecía de un medio que los agrupara para la unificar las potencialidades existente en los diferentes renglones de la producción y, conformar un gran bloque económico efectivo con capacidad para la comercialización en el ámbito local e internacional. Es por ello que no es casual la aparición de este instrumento de integración de Latinoamérica en un escenario mundial de mercados globalizado, y constituidos por una gran variedad de bloques de mercadeo para venta y adquisición de mercancías, en medio del cual el uniteralismo lleva la de perder.
Ahora bien, los jefes de Estados y de gobiernos que integran la CELAC, antes las amenazas que se ciernen contra ella, deben reforzar los mecanismos de integración para consolidar este vital instrumento que también es objeto de emancipación economía y política la cual ayudara al fortalecimiento de la democracia en el continente.
América Latina y el Caribe, atreves de la CELAC, tienen la oportunidad de la cohesión para aprovechar al máximo sus recursos naturales, y de esa manera incrementar el intercambio comercial con otros Estados y otras comunidades económicas en el marco de la equidad y la cooperación, lo que redundará en beneficios para los pueblos actores de la concertación económica.
Y no solamente el intercambio quedara en lo económico, la relación del intercambio comercial entre Estados arrastra consigo el intercambio cultural, el de la ciencia y la tecnología lo que a la larga contribuirá a impulsar el desarrollo sostenible, integral, y a la emancipación política de los pueblos de la región, con la implementación de políticas de desarrollo eficaces para combatir, pobreza, desigualdad social, la violencia, el negocio de las drogas y, adecuar la calidad de vida de nuestros pueblos
Es innegable, que simultáneamente con los esfuerzos de la integración en el orden económico, la CELAC es también la maquinaria eficaz para el accionar en el aspecto político, porque son del orden político las decisiones de los gobiernos, para dar al traste con el orden de retranca existente en nuestra americe desde hace siglos.
El accionar político es y debe ser de los objetivos fundamentales de la CELAC, porque tanto a lo interno y en el orden internacional hay fuerzas poderosas que pretenden mantener el estado actual, indefinidamente. Esas fuerzas en el pasado reciente de nuestra época contemporánea han propugnado y han ejecutado políticas adversas al poder democrático legalmente constituido en franca violación al principio internacional de la autodeterminación de los pueblos, consignado en la carta de la Naciones Unidas.
Ejemplos, los casos de los derrocamientos de los presidentes Jacobo Albenz en Costa Rica en 1956 y el de Juan Bosch en República Dominicana en 1963. En adicción, cabe señalar el asedio a que están siendo sometidos los pueblos que como Venezuela y Ecuador han optado trillar el camino de la autodeterminación.
Son razones, entre otras, para categorizar que es ineludible y de gran transcendencia política para Latinoamérica y el Caribe aferrase e impulsar, aun sea en las condiciones más difíciles, el legado de Simón Bolívar de la integración, porque es el único procedimiento para la emancipación de nuestra región, unilateralmente no será posible.

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