De genios y locos…

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

“De genios y locos todos tenemos un poco”, una manoseada expresión que define a personas con ínfulas de sabios, se creen expertas en todo, opinan con ligereza y sin sonrojo alguno sobre cualquier tema aunque una tengan sobre él una vaga idea.

Es el nombre de una obra llevada al teatro por la laureada dramaturga dominicana Germana Quintana, con las actuaciones de los estelarísimos actores Exmin Carvajal y Johnnie Mercedes, en una jornada que cerró con éxito rotundo en la sala Ravelo del Teatro Nacional.

Del autor alemán Karl Wittlinger, la obra cuenta la dramática historia de un hombre, hecha comedia, declarado muerto…Johnnie Mercedes… tras un accidente que lo dejó en estado de coma. Se libera de un hospital siquiátrico donde fue recluido y ahí inicia su odisea por recuperar un nombre, una identidad.

Hace una perfecta química con el doctor Neuros, médico siquiátrico más díscolo que el menos cuerdo de sus pacientes. Y es, precisamente esa, la magia que les permite mantener atrapada la atención de un público expectante y amante del buen teatro, durante casi dos horas.

Carvajal exhibió su incuestionable veteranía y madurez actoral, logró con perfección las transiciones entre cinco personajes con sicologías y perfiles diametralmente distintos, dejó clara su capacidad para desdoblarse y asumir roles diversos a los que imprime la misma fuerza y excelencia interpretativa.

Primero encarna al simpático y despistado doctor Neuros, reaparece en la piel de El Señor Segurola, gerente general y de una compañía de seguros, empecinado en defender la reputación y honra organizacional, sin importar a quien afecte.

No menos impactante cuando encarna a Salvatore Diávolo, un argentino, propietario de restaurante, con apariencia de buena gente, pero malicioso y traicionero y desalmado.

Se agiganta con Krumber, el anciano secretario municipal, avaro, curtido en las malas artes corruptas del ejercicio del poder, sustentado en engañifas y prácticas inmorales y,aunque con menos fuerza reapareció con Ben, unpayaso de circo de alma noble, más torpe de lo común, iluso, soñador, pero con un corazón noble.

La dirección no pudo ser mejor, cada aspecto fue cuidadosamente tallado como preciada creación artística. El sello distintivo de Germana Quintana, la señora Teatro, una dramaturga erigida en autoridad por la elevadísima calidad de su dilatada trayectoria, orgullo del el teatro y el arte dominicanos.

Justeza manda, no hay que olvidar la bien lograda escenografía, poco ostentosa, pero práctica, versátil y apropiada para lograr la armonía entre la lógica visual y conceptual de la producción.

Claridad en los parlamentos, esmerada dicción, agradable entonación y brillo en la modulación sirvieron de hilo conductor para imprimir esa fuerza conmovedora que retrotrae la historia a estos tiempos, lo explica la identificación del público con la propuesta.

Repuestos de la monotonía en la parte intermedia de la obra, Exmin y Johnnie regresaron aguerridos al aforo, dispuestos a un cierre digno de recordar, el diálogo entre el director del hospital, Johnnie, con más disturbios mentales que cualquier enajenado y el doctor Neuros, resultó más divertido de lo esperado.

Con insospechadas ocurrencias, cargadas de hilaridad, desataron carcajadas, fue la magia seductora que dejó a casi todos con el ánimo listo para ver mucho más, pero era tiempo de bajar el telón y esperar la otra cita.

A la salida un inusitado cosquilleo, valoraciones y comentarios fluyeron como torrente elogios a actores, directora y productores, lo menos como justa gratitud por el maravilloso regalo de una representación impecable.

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