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De chicanas y trapacerías: Entre malandrines te veas!
El anecdotario del leguleyo bisoño aconseja que siempre se ha de tener a mano el prontuario de mañas, ardides, retruécanos y salidas oportunas, aplicables según el momento lo requiera, recurriendo a éste sin demora y sin contemplación, cuantas veces sea necesario y cuando la defensa del caso que se esgrime se vea en latente peligro.
Nunca antes habían adquirido tanta vigencia estas pinceladas de la truchimanería como se evidencia con los tiempos de tormenta electoral que azotan, hoy por hoy a nuestra vapuleada República.
El transfuguismo, la compra y venta de banderías partidarias y el secuestro y manipulación de escaños y posiciones ganables se han hecho sentir de manera asqueante, poniendo en evidencia cuán bajo han caído los principios, las lealtades y la coherencia de algunos comerciantes de ventorrillo que a sí mismos se hacen llamar políticos.
Por demás, y al igual que en pasados comicios, las legítimas aspiraciones de algunos líderes barriales, comunitarios y provinciales han sido vapuleadas de nuevo, unas veces bajo la excusa de las conveniencias partidarias con fines de negociación de tales escaños con entidades aliadas y otras veces con la finalidad de colocar en dichas plazas a conmilitones incondicionales de quienes manejan el alto mando partidario con criterio de almacén de provisiones o de heredad familiar.
De cara a la recta final del proceso electoral dominicano y ante la falta de seguridad absoluta de un triunfo aplastante e indubitable del candidato oficialista en una primera vuelta, la estrategia de la parcela morada se ha volcado en forma desesperada tratando de presentar una imagen triunfalista, basada en el espejismo de encuestas amañadas y prefabricadas, antes que en la contundencia del voto real, expresado en las urnas.
Sin embargo, una mirada objetiva a los afanes y esfuerzos detrás del votante pone en evidencia que el voto debajo de las piedras y la falsa expectativa de un triunfo arrollador en todo el país entran en flagrante contradicción con el rostro extenuado, las acusaciones falaces vertidas contra los líderes de la oposición y el uso grosero que a diario se hace de los recursos del Estado, puestos a favor del candidato presidencial y los aspirantes a los cargos congresuales y municipales del oficialismo, en todo el país.
-Aunque Robertico y la mayoría de los jueces del tribunal electoral se hagan de la vista gorda en evidente muestra deparcialización y grosero apandillamientoa favor del partido oficial-.
Junto a esto, el otrora Líder de la bancada partidaria oficialista, quien ha sabido manejar con fines estratégicos y como parte de sus proyectos futuristas la aparente condición de caído en desgracia, se mantiene en un perfil bajo, calentando el banco desde una cómoda posición que no le compromete para nada con mañoseados triunfos ni posibles derrotas.
Y desde allí, como la hilanderas que tejen el hilo con parsimonia y diseñan a su antojo el futuro de quienes caen bajo sus garras, se regodea con los ditirambos y desaciertos de la claque que le adversa, a lo interno de su partido, al tiempo que se adelanta a tomar acción directa en todo cuanto pueda convenirle a sus intereses y generales.
De ahí el hábil manejo con las disidencias internas. En ello estriba el apoyo irrestricto a los candidatos azuzados por los fuertes vientos del León en contraposición a la manera despectiva en que se maneja frente a los aspirantes que responden a Palacio, …
Y en esta actitud, estratégica pero mezquina y deleznable, radica la aspiración de que los resultados arrojados por las urnas el 15 de Mayo obliguen a la edición de una segunda vuelta, ante la presencia de una votación que se contraponga a las aspiraciones del candidato de la reelección.
-Porque, para nadie es un secreto que el candidato presidencial impuesto con los recursos del Palacio y facilitado por la desaforada ambición de una amplia mayoría de los legisladores que mancillan el Congreso Nacional, no es ni será nunca santo de la devoción del León. Apenas llega a ser un trago amargo, que mientras más rápido pase, mejor!!-
Esta lógica, que para algunos podría parecer ilógica, está flotando, como espada de Damocles, en el ámbito palaciego, incrementando de más en más la dermatitis del Primer mandatario de la Nación y llevándole, de paso, los pocos pelos que le quedan en la sesera, al tiempo que el León ruge en la selva –perdón, en el bunker de su descomunal biblioteca!-, fraguando chicanas, trapacerías y otras travesuras políticas aprendidas de Maquiavelo y otros clásicos de las artes de la política.
Porque, y es bueno puntualizarlo de una vez por todas, si Danilo Medina no obtiene el ansiado triunfo pronosticado por sus encuestas en una primera vuelta, de poco le valdrán los recursos de Palacio, los chelitos que tenga ahorrados y las finquitas y animalejos que tenga en Arroyo Cano, para detener la terrible avalancha que se le ha de venir encima.
Más aun, independientemente del lio que se le ha de armar con toda la oposición reunida en su contra y lista para dar la batalla decisiva, su gran problema ha de ser la lucha por la reconquista de su propia gente, maltratada y discriminada en atención a mezquinos intereses grupales, la captación de los grupos que una vez constituyeron la invencible alianza que le aportó los votos necesarios para el triunfo y que hoy por hoy han sido increíblemente menospreciados y minimizados y, por encima de todo, el camino largo, tortuoso y lastimero en busca del perdón y el visto bueno del León.
Con esfuerzo, mediación adecuada y buenos oficio$$$, es posible conseguir la mayor parte de los citados apoyos.
Sin embargo, me temo que en el último de los casos le ha de salir más costoso el recorrido.
Siendo objetivo, pienso que desde ahora y, por si las moscas, debería ir buscándose los servicios de un buen curandero, de esos que, según se dice, merodean por los campos de San Juan, su región natal, para que le acompañe y le llene de valor, cuando llegue la hora amarga de tocar las puertas de Leonel.
JPM