Carti, la partida de un imprescindible

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SAN FRANCISCO DE MACORÍS.- Batallador, humilde, disciplinado y noble, eran solo algunas de las cualidades
que adornaban la vida del camarada Franklin Romero (Carti). Era uno de esos
seres que por sus aportes se vuelven estampa en su pueblo. En San Francisco De
Macorís era una postalita repetía, una referencia obligada a la hora de hablar
de lucha social. Tras una ardua lucha por seguir sirviendo a las causas más
nobles, ahora caía en los funestos brazos de la parca.

Las lágrimas que brotaban como torrente de los ojos de
su tía y su cuñada Janny Javier, los rostros afligidos de sus camaradas y la
presencia masiva en la funeraria municipal de Macorís, reflejaban lo mucho que había
significado este gran ser humano.

En medio de un calor intenso, las manecillas del reloj
señalaban las 10:00 am, Ángel Pichardo, el médico, pronunciaba los nombres de
quienes comenzarían la guardia de honor: Fidel Santana, Higinio Báez, Leocadio
Fermín y Pablo Ferreira, los cuatro, ahora colocado en torno al ataúd, rendían
homenaje a su entrañable compañero de lucha.

No se rindan nunca

“Continúen la lucha, no se rindan nunca”, esta breve oración
se repetía en mi mente una y otra vez al ver a Fidel al frente, flanqueando el
ataúd de su camarada, precisamente mirándolo él y desde una cama, dos días
antes de su partida fue que Carti pronunció esta frase. Era como la arenga del
oficial que sabe que participará en la última de sus batallas.

El día seguía su agitado curso y cada vez más gente
pasaba por la funeraria. Los arreglos florales ocupaban la mitad del salón, episodio
que me pareció paradójico, tomando en cuenta que una vez me dijo que se gastaba
mucho dinero en cosas que los muertos no utilizaban.

“Un ser lleno de pureza”

A las 3:00 de la tarde, con la catedra Santa Ana tan
concurrida como uno de esos días en que celebran fiestas patronales, la caja
donde yacían sus restos, fue colocada frente al altar, el párroco Ramón Alejo (
padre Moncho) inició leyendo unos versos de esos que hablan sobre la muerte, para
luego continuar con las exequias.

“Carti fue un luchador incansable, un gran hombre, de
una dimensión incalculable y no me refiero a lo físico, hablo de su estatura espiritual.
Era un hombre de mucha fe, una fe que no es la que se demuestra yendo a la iglesia;
tenía fe en todo aquello por lo que luchaba”,
así describía el obispo al revolucionario.

Cuando aún faltaba un cuarto para las 4:00 de la
tarde, la eucaristía había concluido, era el momento para que algún familiar o
amigo pronunciara alguna palabra, presidido por un primo del fenecido, Higinio
Báez, vocero nacional del Movimiento Popular Dominicano (MPD) subía al púlpito
y lleno de melancolía, con una voz cargada de sentimientos expresó:

“Las virtudes que lo adornaban eran nacidas de la
pureza, una pureza propia de los niños, del que no sabe hacer daño, del que
transita solo por la bondad, del que conoce actúa y camina por surcos preñados
de nobleza. Es muy difícil encontrar en la vida de este hombre un momento en
que no fueran esas virtudes la que orientaran sus pasos, por esa razón esos
pasos están sembrados en mucha gente, en toda esta multitud e incluso en una
mayor que todos lo que hoy están aquí… en su pueblo”.

En el transcurso de los 10 minutos del discurso de
Higinio, el silencio se apodero de los presentes y solo se escuchaba su voz,
que rememoraba momentos de una militancia de casi 40 años de su entrañable
camarada. No podía pasar por alto su trayectoria de más de 30 años como educador, exhortando a
los que les escuchaban a exigir que una escuela en Macorís llevara el nombre de
Carti, y también una calle de esas que no tienen nombre, exhortación que rompió
la solemnidad del acto para dar paso a una lluvia de aplausos.

Último homenaje

A un cuarto pasada las 4:00 pm, el ataúd cubierto por la bandera rojinegra del
MPD salía de la catedral, los brazos de algunos militantes de esta combativa
organización servían de remolque. Con todo un pueblo en las calles, la marcha
fúnebre inició, las letras de la canción: “Caminante no hay camino” de Serrat,
nos acompañaron por todo la Mella hasta llegar al cementerio municipal.

“Carti vive, la lucha sigue y sigue”, “Ha caído un
comandante, viva la revolución”, en medio de estas y otras consignas llegamos a
la tumba que serviría de última morada. Las palabras de Sixto Gabin, presidente de la Asociación
Dominicana de Profesores, regional San Francisco, también rindieron homenaje al
abnegado educador.

Uno de los momentos más enternecedores fue cuando el
pequeño Harlen López, declamó el himno de MPD, para luego dedicar un poema que
había escrito su padre, Dagoberto López, en homenaje a este perseguidor de
utopías.

Los “bazucasos” también fueron parte del homenaje al
gran revolucionario que estaba siendo
despedido un 25 de Junio; el mismo día
en que los francomarisanos, dirigidos por el también emepedeista Baldemiro
Castro se intentaron sublevar en 1965 para extender la
guerra de Abril.

Mientras la tumba era sellada, recordé la frase deBertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son
buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos
años y son muy buenos. Pero hay los que luchan todo una vida: esos son los
imprescindibles”. Carti fue uno de ellos.

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