Cada familia infeliz, lo es a su manera y en su partido

Si llegas a la presidencia de una organización, tienes que tener en carpeta planes y programas a desarrollar. Ser respetuoso con quienes opinan diferente y sobre todo solidario con los dirigentes que con su esfuerzo y trabajo han contribuido al engrandecimiento de esta organización en el exterior.

Soy PRM, mi enemigo es el PLD. No apoyo aupar tendencias dentro del PRM plagadas de intereses muy personales. Debemos integrarnos en la conformación de una opción con la musculatura requerida para concitar el favor popular y conquistar el poder.

Papá y Luis, otra vez como en el 2012, es una opción, hay otras.

En otras palabras, para ser feliz en un partido debes recibir apoyo de tu familia y amigos primero, y sumar gente afín a tu causa.

En el ámbito corporativo, los buenos líderes se parecen, pero para los jefes malos hay toda una rama de categorías, que describe Andrés Hatum en El Anti Líder, publicado en estos días.

Exceso de ego, falta de autoestima, ignorancia, crueldad: el lado oscuro de un líder se puede construir con ingredientes muy distintos que aluden a la personalidad de los managers.

Pero no todo es una cuestión de diván y psicología: las organizaciones -en una línea que profundiza este libro- también pueden tener esquemas de incentivos que promuevan o desalienten la llegada a la cima de jefas o jefes desastrosos. Aquí aparecen, por ejemplo,sesgos individuales o colectivos.

Por ejemplo, el «sesgo de omisión», estudiado en la teoría de la decisión, lleva a que las organizaciones tiendan a castigar más a aquellos que toman una mala decisión que a aquellos que no toman decisiones (pero con resultados igualmente desastrosos).

Este error sistemático hace que los organigramas de managers se llenen de personas que sonríen bien, usan la ropa adecuada, sueltan alguna frase intrascendente en las reuniones -no se pierden una- pero a la hora de tomar decisiones, huyen a toda velocidad.

Un trabajo clásico de la psicología del management, realizado años atrás, lleva por título, “El lado oscuro del carisma y categoriza a los malos jefes en estereotipos que tienen mucho que ver con el señor Burns (de Los Simpson), Pelopunta (de la tira de historietas Dilbert) y Michael Scott, el personaje que interpreta Steve Carrell en The Office”.

El estudio, que explica cuál de estas personalidades es la más nefasta para los resultados de la empresa en el largo plazo, fue escrito por Robert Hogan, Robert Raskin y Dan Fazzini, de la Universidad de Florida.

¿Cuáles son las tres categorías de jefes nefastos? Una es la del High

Likability Floater: el «flotador agradable», que va subiendo escalones en la organización empresarial gracias a que jamás toma decisiones difíciles ni se hace enemigos. Como el jefe «Pelopunta» del personaje de historietas Dilbert, de Scott Adams, se caracteriza por ser un inútil que termina siendo favorecido por sus superiores para evitar serruchadas de piso más adelante y bloquear el ascenso de rivales más peligrosos. Su especialidad: dar la mano y sonreír en los cócteles de aniversario de la empresa, además de funcionar como «tapón» para el ascenso de quienes realmente se lo merecen.

El segundo prototipo de jefe nefasto es el que los académicos de Florida llaman Homme de resentimiento, quien se la pasa nadando bajo la superficie, pensando mal de los demás y preparando complots contra sus enemigos. El señor Burns de Los Simpsons, ni más ni menos.

Pero el líder más dañino para las organizaciones, el Tiranosaurus Rex de los jefes detestables es, según esta investigación, el manager narcisista.

El término narcisista fue acuñado para referirse a una condición clínica que denota un enamoramiento de uno mismo en 1898 por Havelock Ellis, y luego difundido en los trabajos de Sigmund Freud.

Los líderes narcisistas son arrogantes, usan gestos grandilocuentes y necesitan permanentemente que los halaguen.

Todo esto cubre, en el fondo, una elevada inseguridad y una frágil autoestima, que los lleva a menudo a actitudes hostiles con sus empleados. Michael Scott, el líder de The Office, es un animal arquetípico de esta especie.

Hatum es una rara avis en este nuevo mundo híbrido: combina el rigor académico en su trabajo en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) con una muy activa consultoría en empresas -mete las manos en el barro- y con una tercera pata de divulgación muy prolífica.

Este trípode sostiene una lente única para analizar la actualidad fascinante del área de Recursos Humanos, que enfrenta hoy en día cambios tan dramáticos y disruptivos como los que están sucediendo en el campo de la tecnología.

Por estas razones es tan relevante enfocar el problema de los liderazgos nefastos con una mirada completamente nueva, fresca, honesta y libre de prejuicios. Es un tema central. Como suele decir el autor: La gente no renuncia a empresas, renuncia a sus jefes. ADAPTADO DE LIBRO DE AUTOR.

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