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Reformar los pensa de medicina
La formación de recursos humanos en salud continúa enfocada en la práctica liberal, a pesar de que desde una década la demanda y la prestación de los servicios se realizan bajo una lógica totalmente diferente y mediante nuevas reglas de juego
En las últimas semanas funcionarios del sector salud y autoridades académicas se han referido al contenido de los pensa de medicina de las diversas universidades del país. Unos, señalando sus debilidades y la falta de actualización, y otros, resaltando sus bondades. Hace tiempo que tenía interés en enfocar el tema a la luz de los nuevos requerimientos profesionales derivados de las Leyes 42-01 y 87-01 del 2001.
Al revisar el enfoque, perfil y campo de acción del profesional de la medicina según las tres principales universidades, lo primero que llama la atención es la falta de adecuación de la formación de recursos humanos a las nuevas características del sistema nacional de salud. Pero este desfase no se limita a la carrera de medicina, sino también, a la formación de enfermeras, odontólogos, bioanalistas y farmacéuticos, entre otros. Algunas han hecho cambios, pero no de fondo, como se requiere.
Ni siquiera existe una mención de la nueva Ley General de Salud, ni mucho menos del Seguro Familiar de Salud, a pesar de que desde el 2001 las mismas establecieron una nueva lógica en la demanda y prestación de los servicios. La Ley 42-01 renueva el marco regulatorio de la práctica de la medicina, y la Ley 87-01 universaliza el financiamiento y el acceso, mediante diversos regímenes de aseguramiento, aplicando la gradualidad.
Basta con señalar que ya más del 64% de la población accede a los servicios de salud mediante el aseguramiento pre pagado del Seguro Familiar de Salud (SFS). Y que otro 12% sin afiliación, también contrata seguros médicos al margen del SDSS,. ¿Cómo puede ser eficiente un nuevo sistema si sus recursos humanos no conocen a fondo la lógica, la esencia, las premisas y los nuevos procedimientos del SFS?
Más de una década después de la promulgación de estas leyes, es poco lo que han hecho los Ministerios de Salud Pública (MSP) y de Educación Superior. Ciencia y Tecnología (MESCyT), para definir el nuevo perfil profesional y cuantificar la demanda, a mediano y largo plazos, de los nuevos recursos humanos en salud. Las universidades y centros de estudios superior, tampoco han tomado la iniciativa, limitándose a ofertar seminarios, talleres y diplomados en seguridad social, centrados básicamente en describir las características e implicaciones formales de ambas leyes. El desafío es mucho mayor.
Al hojear los curriculas de las principales universidades se percibe claramente que los mismos continúan enfocados en la práctica liberal e individualizada de la medicina, con escasa preocupación porque la misma cumpla con los estándares de eficiencia y eficacia social que requiere un nuevo sistema que opera con una lógica y reglas de juego totalmente diferentes.
Es como si quisiéramos elevar la competitividad del país utilizando las viejas herramientas, sin asegurarnos de formar nuevos gerentes y tecnólogos con capacidad para utilizar e innovar los nuevos procesos y medios de producción diseñados para acelerar la productividad, e ignorando las nuevas estrategias y técnicas de promoción y mercadeo. Como si quisiéramos dar un salto cualitativo en la agricultura, sin renovar la formación de los agrónomos, técnicos y productores agrícolas.
Estas falencias en la formación de los recursos humanos en salud, no sólo agregan costos y copagos innecesarios, sino además, acentúan las contradicciones entre las ARS y las PSS, y entre éstas y las autoridades supervisoras. Es hora de que las autoridades competentes revisen y modernicen los planes de estudio. Este tema es tan crucial que vale la pena ampliarlo.
