Pacto contra delincuencia
La firma de un pacto contra la delincuencia, sería poner el cuño a la impotencia de la sociedad dominicana para enfrentar el crimen y la violencia. Es enrostrarle a la comunidad que sus defensores son mujeres y hombres de paja, sin fuerza institucional y maniatados por el temor y la desesperación.
La firma de un pacto nacional contra el crimen sería tirar por la borda la lucha de cientos de dominicanos que ofrendaron sus vidas para vivir en un país donde se respete el derecho a la vida, las instituciones, y sobre todo, que florezca la paz, como vía de entendimiento entre los hombres.
Un pacto contra la delincuencia y la violencia no es necesario. Solo hay que aplicar la ley. Los organismos de seguridad del Estado tienen un papel trascendental como auxiliares de la justicia. El que comete un delito probado, debe pagar por él. Un pacto es zarandear más la justicia.
Proponer un pacto nacional contra la violencia luce más como un intento de figureo, que la búsqueda de una coyuntura para enfrentar la violencia desmedida de ribetes criminales. Los ciudadanos que necesitan protección no tienen que firmar pacto. Los jueces y los tribunales que están para aplicar justicia, no necesitan pacto. La policía y otros organismos de seguridad, auxiliares de la justicia, no tienen que ir a un pacto.
En el país lo que hace falta es que cada ciudadano cumpla con el rol que tiene sobre sus hombros. Es fácil escurrir las ideas y el cuerpo, y ver los problemas con disquisiciones literarias, sin plantear que se haga sentir el peso institucional.
El país ya está sobrado de reglamentos, de leyes, de acciones fallidas, de la firma de otros pactos, de los cuales nunca más se habló, mientras que las calles se han convertido en el mismo infierno. Al ciudadano lo único que hay que responderle es por qué los organismos encargados de velar contra la delincuencia no cumplen con su deber.
La debilidad de los tribunales, los jueces sin toga bien puesta, la venta y compra de sentencias, y el miedo a asumir compromisos, hacen tambalerar a la justicia. Hay que enderezarla, hacerla de nuevo fuerte, y que sin favores, sin temores y sin amigos, aplique todo el peso del machete rendentor.
Hay organismos de seguridad, entre ellos la policía, que tienen que ser limpiados de corruptos, ya es hora de echar a un lado el término de manzanas podridas. No señores, no son manzanas, un calificativo gracioso, son agentes y oficiales que hacen de la corrupción su principal vía de operación. Ellos no deben pertenecer a la institución del orden público.
Rechazo cualquier pacto contra la delincuencia. Si se firma un acuerdo de este tipo, se demostrará que la sociedad es impotente contra el crimen, que nos venció la delincuencia y la corrupción. Es pedirle a cada dominicano que comience pico en mano a cavar la fosa donde se sepultará la dignidad y la conciencia nacional.
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