Los tres tenores de San Cristóbal
(Este es un sencillo y ameno recuerdo del San Cristóbal romántico de los años 50. Cuando en las noches tranquilas, serenas y frescas, escuchábamos desde nuestras camas, a considerable distancia, el choque de las bolas de billar o de las fichas del dominó en el Club Casino San Cristóbal, en la avenida Constitución y el Club Obrero 24 de octubre, de la calle Padre Ayala)
A mediados de la década del 1950, se exhibieron en el cine Angelita de San Cristóbal, las películas -en cinemascope y a todo color- del gran cantante, galán y actor norteamericano de ascendencia italiana Mario Lanza. Coincidió todo esto, con el auge de las obras de cine a color y además, con el apogeo que alcanzó el Liceo de las Bellas Artes Pablo Claudio o Liceo Musical, en nuestra ciudad, en el que se impartían clases de música, drama, danza, canto, poesía, pintura, etc., todos los días del mes.
Esta década 1950-1960, para mi entender, corresponde a la etapa de mayor florecimiento en la vida cultural, educativa y deportiva de SC. Temas estos que aunque abordaré en próximas narraciones, algo mínimo debo decirles aquí al respecto.

En materia deportiva, nos pusimos a la par con otras poblaciones del país porque nuestros atletas salieron por primera vez al extranjero a representarnos en campo y pista, boxeo y béisbol (Pululo Brito Veras, Angelito Herrera, Leónidas Nova Lorenzo, Manlio Pérez Medina, Domingo Guerrero (kid Boché) y Luis Eduardo Soriano, fueron nuestros representantes en dicha época, el último varias veces.
En la parte educativa, los puntos más sobresalientes estuvieron en la creación del Politécnico Loyola, con los diez años más luminosos de su existencia, y el ingreso a las aulas universitarias de los primeros grandes grupos de estudiantes sancristoberos. En la rama cultural, aparte del Liceo de Bellas Artes, en todas las escuelas se formaron grupos artísticos diversos. Y también, en todas ellas, así como en los colegios y la población, se crearon múltiples bibliotecas para el esparcimiento, la educación, y el adelanto cultural de los nuestros. Por último, la llegada de la televisión al país nos unió de manera directa con el resto del mundo.
Volviendo a Lanza, la agradable e imponente figura cinematográfica de este cantante tenor, de quien dijera el insigne director de orquesta don Arturo Toscanini que era la voz más impactante del siglo 20, subyugó a gran parte de la juventud de las ciudades y entre ellas a tres jóvenes de S.C., amigos y hermanos, quienes tenían condiciones sobradas para el canto y se convirtieron en fervientes admiradores y fanáticos del histrionismo, los gestos y manera interpretativa de este extraordinario artista. Continuador del gran Carusso, según muchos, pero sin la técnica, que sólo la da la escuela, dirían otros tantos, al dedicarse enteramente a Hollywood y no a la academia.

Harootian, Fermín y Leger
Johnny Harootian, Johnny Fermín y César Leger Aquino ensayaban y mostraban su talento todas las tardes, cobijados por las sombras y el frescor de las caobas, robles y samanes del Parque Infantil y Forestal Radhamés, como también bajo los pinos de agujas de la confortable terraza de enamorados de la piscina del Hotel San Cristóbal, colindante aquella con el río Nigua y que luego desapareciera bajo el furor de sus aguas en una de sus acostumbradas crecientes.
En el balneario La Toma, los fines de semana, acompañados de los guitarristas Orlando Pérez Saladín y don Jack Harootian (padre del primer tenor mencionado, con la figura atlética cultivada como el musculoso Charles Atlas, que veíamos en los paquitos y muñequitos impresos), entonaban y se desafiaban entre ellos para ver quién hacía con mejor parecido, las interpretaciones de Lanza, de sus películas El Príncipe Estudiante, El Gran Carusso y Las Siete Colinas de Roma, en donde al final de ésta última, y a dúo con una niña romana llamada Silvia di Meo, teniendo como escenario a La Fontana di Trevi, Lanza interpreta la famosa canción de despedida Arrivederci Roma. (https://www.youtube.com/
Como todo se hacía a imitación fiel de lo que veíamos en las referidas películas, nuestra Fontana Di Trevi (en español Fuente de los deseos), vino a ser el balneario La Toma o la piscina del Hotel San Cristóbal, donde lanzábamos monedas al agua -exprofeso- expresando nuestros deseos, como hacen los turistas y visitantes en la fuente italiana de la ciudad eterna.
De los tres tenores sancristoberos, César Leger tenía mayor volumen y un arranque explosivo, llegando a los niveles más elevados con poca respiración. Granada, de Agustín Lara, se le daba muy bien y una jota aragonesa, Los ojos de mi moza, fueron de nuestras preferidas, en su voz.

Johnny Harootian, fue un barítono atenorado que podía cantar en los dos registros, ya que tenía un amplio tórax. En sus canciones exhibía una dicción perfecta. Recuerdo que hacía admirablemente Júrame, de María Greever; Marttinata y Ríe Payaso, ambas de Ruggiero Leoncavallo, y la Serenata del burro.
Johnny Fermín fue el más lírico de ellos y tenía muchos deseos de aprender. Poseía el timbre más sonoro y equilibrado de los tres y pasaba del agudo al bajo sin mucho contraste. Cuando interpretaba las canciones populares italianas como Torna Sorrento, O Sole Mío, y también Siboney, de Ernesto Lecuona, ninguno de los otros dos se atrevió nunca a hacerle competencia.
Serenatas
En esa bella y tranquila etapa del San Cristóbal romántico, los tres tenores fueron muy solicitados por los bohemios de la noche (siempre y cuando no estuvieran disponibles Rafael Colón, su hermano Tapacán Colón y Marcelino Plácido) para ofrecer serenatas a las muchachas casaderas de ese entonces.
Cantaron siempre acompañados con las guitarras y voces por los anteriormente mencionados y además, les asistieron en muchas ocasiones, don Julio Sasá o los hermanos Nelson y Juan Muñoz Santos, cantantes de la bohemia también y guitarrista, declamador y violinista, el último, además locutor de la radio emisora local y trombonista, también.
Con el correr de los días, escuchamos en la radio nacional un nuevo y elegante tenor: Alfredo Sadel, de Venezuela. Cuyas canciones, la jota aragonesa de que antes les hablé, Amapola y el joropo Alma Llanera, fueron prácticamente “secuestradas” por Leger, a quien no le pudo superar nadie en su parecido con este gran artista, y no solo en San Cristóbal, sino en todo el país, les aseguro yo.
La Semana Aniversario de la radiotelevisora estatal La Voz Dominicana, correspondió con el extraordinario ambiente musical de la época. Todos los años traía otros famosos tenores en el continente, como fueron el Dr. Ortíz Tirado, Nicolás Urcelay, Manolo Álvarez Mera, Pedro Vargas, Néstor Mesta Chaires, entre otros. Y nosotros presentábamos a los criollos Napoleón Dhimes, Rafael Sánchez Cestero, Arístides Incháustegui, Fausto Cepeda y Armando Recio.

Ambiente cultural
Contribuía también con el florido ambiente cultural de SC., en esos diez años que antes le comenté, la Academia de Música del Ayuntamiento, la Academia de Música del Reformatorio de Menores, la del Politécnico Loyola, con sus tres bandas (viento, percusión y cuerdas) y la Academia Musical del Liceo Pablo Claudio.
No pocos lectores de San Cristóbal recordarán la banda de percusión y cornetas del Liceo Secundario, que desfilaba en las conmemoraciones patrióticas y políticas, con su bastonera la bella señorita Balbina Díaz Santiago.
Y recordemos también la banda de la Escuela Primaria Juan Pablo Pina, que actuara en el cortejo fúnebre y sepultura del joven de 15 años de edad Santiago Pérez, muerto en un muy lamentable accidente en la piscina del Hotel San Cristóbal, durante las patronales de 1955.
Cooperaban por otro lado, con la cultura musical de la época la Orquesta Generalísimo, del profesor Luis Alberti, que ensayaba en el Hotel San Cristóbal o en el patio de la casa de don Luis, (que luego de 1961 pasó a llamarse Santa Cecilia) y la Hermanos Pérez, dirigida por Pedro Néstor Pérez, que lo hacía en la casa de su hermano, el virtuoso del bombardino Manolo Pérez.
No podía dejar de mencionarles, distinguidos lectores, el gran aporte que para esto también significó la radioemisora local, propiedad del profesor musical don Luis Alberti Mieses y dirigida por su hijo Irving Alberti Tió, con un amplísimo repertorio de música popular, ligera y de estudio y un plantel de locutores y presentadores con jóvenes muy cultos y que orientaban debidamente al oyente.
¿Qué destino tuvieron finalmente, los tres tenores de SC?
Bueno, Leger, ingeniero civil y agrimensor, se fue a las afueras de Santo Domingo y falleció en diciembre del 2025. Siempre recordaba esos días maravillosos de su primera juventud.
El pobre Johnny Harootian, técnico de radio y televisión, falleció en New York, harán muchos años. Fue un fino locutor de la radiodifusora sancristobera La Voz de Fundación, extremadamente culto, con excelente pronunciación del idioma nuestro, muy parecida a la de nuestros queridos amigos Homero Ramírez Miranda y Efraím Castillo Arredondo.
Johnny Fermín emigró muy jovencito a los EU., donde estudió. Por los años 83 u 84, nos hizo una presentación en el país, en el Palacio de las Bellas Artes de Santo Domingo, y lo que vimos y oímos ahí nos asombró y conmovió, porque nos permitió apreciar lo bastante depurado que estaba nuestro tenor, condición esta que únicamente se adquiere en la academia a base de esfuerzo y perseverancia. Actualmente reside en Florida, Estados Unidos.
Para terminar, aprovecho la oportunidad para rogarles a las autoridades culturales o municipales o de alguna agrupación que promueva la cultura en SC., hacerle una formal invitación a este cantante nuestro para cuando venga a visitar sus familiares nos deleite y estimule con su arte y grata presencia.
(En un encuentro de amigos en el que participé hace unos años en la Capital, quedé muy gratamente sorprendido por el gran interés que descubrí en dos dignos hijos de nuestro pueblo, en relación a su historia, cultura y tradiciones. Ellos son, el correcto y amistoso caballero Eurípides Metz Estévez (Pipe), quien se ha radicado en Santo Domingo tras residir durante más de cuatro décadas en EEUU y la joven señora María Teresa Beltré (mejor conocida como Cuca), siempre hermosa y atrayente, quien reside en España).
(Ambos comentaron en sus intervenciones de cuando nuestra ciudad era también reconocida con el sobrenombre “la ciudad jardín” por el gran número de éstos que en su interior se formaban y nos aderezaban el aire que respirábamos con esencias del Ilam-ilam, los gladiolos y las rosas).
jpm-am

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» AHÍ ESTÁ EL DETALLE».
Fíjense cómo en todas las escuelas de la Provincia Benemérita,se fomentaba las artes,especialmente música entre niños y jóvenes de la provincia,que de niño recuerdo,brillaba por su limpieza y orden.
No les negamos su valor y hasta patriotismo a quienes enfrentaron y malograron a Trujillo,pero tampoco se puede negar,que todo lo descrito en éste importante artículo,se nos fué con él.
Muy buen articulo. Que Linda’s anos aquellos en mi amada San Cristobal. Que viva el jefe.
Hechos positivos durante la gloriosa Era de Trujillo