El infierno del Darío Contreras (OPINION)
El paciente X ya está muerto y sepultado, aunque quizás pudo sobrevivir al atropellamiento de un vehículo cuyo conductor emprendió la huida, pero la ambulancia del 9-1-1 lo trasladó a un infierno llamado hospital Darío Contreras, donde debía morir irremediablemente por la insensibilidad de Hipócrates.
Se trata del principal centro traumatológico del país, convertido en un pre cementerio, carente de equipos indispensables, saturado de pacientes, imposibilitado para cumplir con su rol de hospital de tercer nivel, donde no pocos galenos, médicos residentes, enfermeras y camilleros extraviaron la ética.
Familiares estuvieron con el paciente X durante más de un mes, tiempo durante el cual recrearon tenebrosos pasajes de la Divina Comedia en laberintos de precariedades e indiferencia, hasta el día cuando los conminaron llevarse al moribundo a otro hospital porque el único neumólogo labora por llamada.

Un reputado cirujano operó al paciente para repararle la cervical, cirugía que quizás tuvo éxito, pero no se sabe porque nadie trató de averiguarlo en el breve tiempo que permaneció en Cuidados Intensivos y menos cuando desfalleció descompensado en una sala común, sin suministro de suero intravenoso.
El accidentado presentó problemas en los pulmones porque era impenitente fumador, pero fue examinado una sola vez por el neumólogo “de llamada”, por lo que sus familiares tuvieron que extraer manualmente flemas de sus bronquios.
Por la gentiliza de un inspector de hospitales se logró que de nuevo trasladaran al paciente X a la sala de Cuidados Intensivos, pero el nivel de descompensación que había sufrido lo conllevó a un cuadro de conclusiones fatales, sin que los ortopedas removieran el yeso que inmovilizaba una de sus fracturas.
La doctora Arache fungió como samaritana en esta triste historia, porque atendió al paciente con esmero y confortó a sus familiares, pero una golondrina no hace verano, menos en un lugar donde hay que pagar a los camilleros para trasladar al enfermo de un lugar a otro.
Equipos
Por falta de equipos en el Darío Contreras, el paciente X tuvo que ser trasladado en ambulancia particular a un centro médico privado para poder realizarle una resonancia magnética en el cuello lesionado, viacrucis que se prolongó por más de ocho horas, sin asistencia de algún técnico intensivista, por tratarse de un enfermo grave.
No dudo que el paciente X moriría de todas formas, pero me duele en el alma el mal trato que se dispensa a ingresados en el hospital Darío Contreras, convertido en antesala del cementerio, por lo que ese centro debe ser intervenido por el Servicio Nacional de Salud.
jpm-am

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