Una muñeca con pajón el Día de Reyes
Con 61 años cumplidos recientemente, ver llegar otro Día de Reyes me ilusiona enormemente. Es una sensación hermosa que me transporta al barrio, a la niñez e infancia.
De niña siempre soñaba con una muñeca de color y con mucho pelo (un pajón), pero nunca me la dejaron el Día de Reyes. No comprendía yo la situación económica de mi casa en aquél entonces.
Soñaba con aquella muñeca larga y con ropas bonitas y de adulta la encontré en una tienda en Puerto Rico, me la regalé y la llamé Lola, así como me llamaban mis hermanos en casa.
Estaba recordando qué felices éramos mis amigas el día 6 de enero, allá en mi adorado barrio Los Guandules.
Realmente esperar el Día de Reyes en nuestros barrio, nos producía una gran ansiedad. Todas nos preguntábamos: ¿qué nos dejarán los Reyes Magos?
Al transcurrir de las horas ya con varias mentas verdes compradas, vasos con agua, cigarrillos Marlboro, casino, Constanza y la mencionada yerba bien fresca y verdecita, poníamos todo debajo de la cama y después a dormir sin sueño, sino los reyes no pasarán, repetía mi progenitora todo el día.
Yo fingía dormir, pero era una ansiedad terrible, quería ver cómo esos camellos enormes, pasarían por debajo de la puerta.
La noche se tornaba larga y de verdad no supe hasta después de grande quienes traían los juguetes a casa. La inocencia siempre será hermosa en los niños.
Pasaron los años y en casa mi hermana María se encargaba de coger juguetes fiao, donde el árabe Papito en la avenida Central, del Ensanche Espaillat y logré tener por fin en mis brazos una muñeca grande con pelo rubio y ropitas. Mis amigas me llamaban temprano para ver qué nos habían dejado a cada una y jugar el día entero, cocinar en los jueguitos de cocinas de hojalatas muy filosos por cierto.
Nana presumía de sus juguetes favoritos y su sombrilla rosada, Monín bajaba con su muñeca grande para enseñarla y echarnos vainas.
No sé para qué alguien me dejó de reyes, lápices y cuadernos, creo que Miledys Rivera, mi amada vecina del tercer piso (que EPD).
No olvido aquellos niños de la calle 11, que no les dejaron reyes, con sus caras llorosas, lo cual me entristecía también. Quedaban rotas sus ilusiones de tener sus juguetes, las alegrías morían esa mañana, en las humildes casas de tantos niños.
Ese Día de Reyes olvidábamos comer, mientras los varones estrenaban sus bates, pelota, pistolas de agua, ping pong de madera, nosotras en cualquier piso jugando jack, yo campeona en recogida para foni uno. Gingin, también era dura jugando.
Ese mismo día 6 de enero en la mañana, subían padres del sector La Ciénaga a rematar para la avenida Duarte y en la 17, Padre Castellanos, los juguetes que sobraron, para borrar las tristezas de sus niños que no entendían que eran muchos hijos y habían poco dinero para comprarlos en la fecha indicada, día que los vendedores abusaban.
Que hoy todos los niños del mundo tengan sus juguetes, aunque sean baratos, eso es lo de menos, pero que sean felices y no despierten sin nada, eso los niños no lo olvidan nunca.
jpm-am
el relato de esa tradición navideña que aprendiste en tu país de origen junto a tu familia espero que lo conserves. el color y pajon de esa muñeca esta más acorde con la verdadera historia en medio oriente y norte de África .el que sigas viendo esa muñeca en el escaparate no depende de su apariencia sino de que muchos la compren y se venda.
es un relato repleto de nostalgia. me quedé con una curiosidad:¿les dejaban cigarrillos a los reyes?
waooooooooooo!me transportaste a un tiempo que muchos no deseaban que llegara. era triste y penoso, ver que algunos niños no recibían nada en nuestros barrios, pero más penoso debería ser para nuestros padres, al saber que no podían satisfacer a sus niños en ese día!.
muy tierno y lindo dominga te felicito