POR CARLOS SALCEDO
Para que un país genere desarrollo nacional, regional y local, debe tener muy claro y sus ciudadanos estar comprometidos con el aprovechamiento de sus recursos naturales de manera sostenible, su biodiversidad, biotecnología y posición geoestratégica, formulando, promoviendo y fomentando el desarrollo cultural, turístico y emprendedor.
La República Dominicana debe, pues, buscar el posicionamiento de cada municipio en el ámbito nacional e internacional, para lo cual son necesarios programas y subprogramas que eleven la competitividad turística, la formación y la creación artísticas y la difusión de la oferta cultural, turística y de emprendimiento, pilares fundamentales de la identidad de cada municipio.
Hemos perdido gran parte de nuestros ríos y cuencas, lo que precisa de una más sostenida y amplia política pública de protección y conservación de estos recursos como de una ciudadanía mucho más activa, preocupada y comprometida.
Para impulsar una nueva etapa del desarrollo local integral y recuperar nuestra memoria histórica debemos tirar nuestras miradas al rio y sus cuencas como una oportunidad para garantizar nuestra vida futura, ya comprometida, por una política de agua más robusta, pues el bien más preciado lo estamos perdiendo.
Turismo religioso
El Estado dominicano es laico y sus políticas públicas no deben privilegiar ninguna religión; pero en modo alguno puede ignorar nuestra carga religiosa y cultural como parte de nuestro ser dominicano y las bases principistas que sirven a los propósitos éticos para buscar un desarrollo sostenible y de respeto a nuestras tradiciones.
El turismo religioso debe ser atendido por el Ministerio de Turismo. La Semana Santa, nuestras fiestas patronales son un marco muy apropiado para promoverlo. Nuestra catedral primada, el Santo Cerro, la Virgen de Las Mercedes, La Altagracia, la Iglesia Corazón de Jesús, la Iglesia de Santa Bárbara y tantas otras que de seguro alientan la asistencia del turismo en nuestro país.
El turismo cultural no puede ser mejor para la repitencia y la atracción turística, sin descuidar obviamente nuestro turismo de playa y sol. Nuestras muestras culturales, folclóricas, gastronómicas, literarias y musicales son esenciales para garantizar el turismo sostenible, pues la cultura es la fuente nutricia de lo que somos. No solo somos cuerpo. Es la tinta invisible de nuestro ser. Sin ella no es posible tener educación, sanidad mental y física, ni conocimiento, puestos al servicio de nuestro desarrollo.
jpm-am

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