México en la vida de Pedro Henríquez Ureña (3 de 3)
De México salió hacia los EE.UU. donde alzó su voz por las maniobras que en contra de su amada República Dominicana estaba cometiendo ese poderoso imperio, cuando todavía no había invadido militarmente (1916-1924) nuestro país. Luego se convirtió en el más joven y eminente catedrático de literatura en la universidad de Minnesota.
Desarrollando sus labores culturales en México Pedro Henríquez Ureña le escribió en el 1909 una carta con comentarios laudatorios a Federico García Godoy sobre su novela histórica titulada Rufinito.
Rufinito es una obra que condensa con elegancia literaria y pilares de verdad temas trascendentales que abarcan desde la Independencia Nacional (1844) hasta las luchas restauradoras (1863-1865) y la controversial muerte de Pedro Santana (1864). Fue él que proyectó dicha obra en ese país y en el resto de América.
El 15 de marzo de 1912, desde Ciudad de México, Pedro Henríquez Ureña volvió a escribirle al referido autor dominicano de origen cubano para ponderar desde allá su libro titulado Alma Dominicana, que es en sí una radiografía de nuestro país, especialmente de la vida turbia en los bateyes de caña de azúcar.
Lo que el historiador dominicano Vetilio Alfau Durán definió como “el proceso histórico de nuestra independencia moral” fue abordado por Pedro Henríquez Ureña durante sus largas y fructíferas jornadas de reflexiones sobre diversos aspectos del pasado dominicano. Parte de esas meditaciones están incluidas en su famosa obra arriba citada Horas de Estudio, publicada en el 1910.
Catedral
En 1908 divulgó en los principales centros culturales de la capital mexicana su ensayo La Catedral de Santo Domingo. Expone en ese escrito juicios precisos sobre la obra arquitectónica y artística de los señores Rodrigo de Liendo, Luis de Moya y Alonso González. Comienza evocando al crítico de arte inglés John Ruskin, el célebre autor del ensayo Las siete lámparas de la arquitectura.
Fue desde México que hizo el siguiente señalamiento sobre la Catedral Primada de América: “¡Amad la Catedral sin torre! ¡Sabed amar la Catedral de Santo Domingo! Grave, si no austera; solemne, si no majestuosa, permanecerá muda…”
En una histórica carta fechada el 15 de mayo de 1907, en México, dirigida al intelectual dominicano Enrique Apolinar Henríquez, Pedro Henríquez Ureña al tiempo de que desgranaba opiniones sobre el poeta Gastón F. Deligne, le señalaba lo que hacía en la prensa mexicana para dar a conocer la literatura dominicana. Además, le explicaba la agenda cultural que había en curso en el país que entonces lo acogía. (Obra Dominicana. PHU.SDB. Editorial CENAPEC, 1988.Pp 529, 530 y 531).
El 1 de julio de 1907 Pedro Henríquez Ureña envió al país una invitación a un culto dominicano pariente suyo para que hiciera “un paseo por este encumbrado valle sobre el cual dominan, con sus nevados picos, los “volcanes líricos”, el Popocatépetl y el Ixtacíhuatl. Conocerías el grupo juvenil de intelectuales y artistas más brillante de la América española”.
El ya nonagenario intelectual Jorge Tena Reyes (tal vez el escritor que más ha profundizado en el país sobre la obra de Pedro Henríquez Ureña) publicó un libro sustancioso (que con excesiva modestia lo definió como un esbozo de su vida y de su obra) en el cual hace un amplio recuento del quehacer cultural de ese dominicano universal en México, aquí y en otros países.
En la aludida monumental obra, que le consumió décadas de minuciosa investigación, el acucioso historiador y catedrático Tena Reyes, nativo de la comunidad Juan Barón, en Sabana Grande de Palenque, provincia San Cristóbal, analiza, entre otros temas, la actividad educativa y didáctica de Pedro Henríquez Ureña antes, durante y después de la revolución que en la primera década del siglo pasado transformó la vida política, social, económica y cultural de México. (Pedro Henríquez Ureña. Esbozo de su vida y de su obra. Editado por la UNPHU en el 2016. Jorge Tena Reyes).
jpm-am
Impresionante. Gracias doctor por ese revelador análisis acerca de don pedro y su obra.