Menos pactos y más políticas públicas
Ha sido notorio el hecho de que el actual presidente de la República, Lic. Luis Abinader Corona, pretende sustentar su gestión de gobierno en la firma de “Pactos Nacionales” con los diversos sectores que componen la sociedad, a los fines de procurar solución a problemas que nos han venido aquejando por décadas y que se han acrecentado en los últimos años.
Así vemos cómo recientemente se acaba de firmar el Pacto de Nación por la Crisis Haitiana. Pero ya se habían firmado anteriormente otros pactos relacionados con el sector eléctrico, el agua, la reforma del Estado, entre otros.
Todo ello, independientemente de los diversos Pactos firmados en las diferentes Mesas de Trabajos desarrolladas en el pasado Dialogo Nacional del Consejo Económico y Social celebrado en el año 2021.
Sin embargo, a pesar de la firma de estos pactos, podemos ver que los problemas que dieron lugar a la firma de los mismos aún persisten, o se han recrudecido.
Hay seria deficiencias en los servicios de agua, se mantienen, o empeoran, los inconvenientes con el suministro de energía eléctrica, así también, siguen precarios la mayoría de los servicios que se prestan desde el Estado.
Ya veremos cómo nos va en lo referente al tema haitiano.
Los pactos nunca dejarán de ser deseables, es la verdad, pero ellos por sí solos no resuelven ningún problema. Son las políticas públicas correctas y oportunas las que resuelven los problemas, no los pactos.
Un buen pacto que da lugar a una mala política pública incrementa los problemas. En cambio, una ausencia de pacto, o un mal pacto que genere una buena política pública resuelve los problemas que se procura afrontar.
Sin ánimos de ser pesimista, pero hay que reconocer que en nuestro país han fracasado casi todos los intentos que se han hecho con el propósito de lograr una gran concertación para el desarrollo de diversos sectores económicos o sociales.
Los mismos participantes parece que van a la mesa de diálogo con el puñal debajo de la manga de la camisa. Nadie tiene confianza en el otro. Se busca imponer su propia agenda, pero nunca una nacional.
Desde luego que la falta de institucionalidad, donde impera la ley de la selva política, la ley del más fuerte o el más vocinglero, hace que la desconfianza surja.
Los empresarios no ceden en su posición, los obreros mayormente procuran únicamente reivindicaciones particulares o colectivas para su sector, y los políticos tratan de acaparar cada espacio milimétrico para sacar provecho político.
En la coyuntura actual, con la campaña política tomando fuerza, es imposible que se pueda dar una gran concertación nacional. Hay demasiadas pasiones de por medio. Los líderes están metidos de lleno buscando su impulso para llegar o mantenerse en el Palacio.
Los dominicanos necesitan de un gran acuerdo nacional. Pero ese acuerdo y sus planteamientos tienen que ser reales, efectivos, tangibles.
De su parte, las políticas públicas han jugado siempre un papel fundamental en el desarrollo y el bienestar de un país, y República Dominicana no es la excepción.
Estas políticas, que deben ser formuladas y ejecutadas por el Estado, son decisiones y acciones tomadas para abordar problemas y desafíos específicos, y para promover el progreso económico, social y político de la nación.
En nuestro país, las políticas públicas son esenciales para enfrentar una amplia gama de problemas que afectan a la sociedad, como la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la seguridad ciudadana, la energía eléctrica, el agua, la educación, la salud y el medio ambiente, entre otros.
No hay dudas de que, a través de políticas públicas bien diseñadas y ejecutadas, es posible reducir la pobreza y la desigualdad, mejorar la calidad de vida de los más vulnerables y promover la inclusión social.
A través de la implementación de estrategias y programas que incluyan dichas políticas públicas, el gobierno puede promover la inversión, la innovación y la competitividad, generando empleos y fortaleciendo los sectores productivos del país.
Lamentablemente, en nuestro país prevalece una administración pública que no cuenta con la profesionalización necesaria en materia de formulación y ejecución de políticas públicas, por lo cual se hace inminente impulsar programas de capacitaciones constantes y de calidad en el proceso de formulación de políticas públicas efectivas.
La ausencia de políticas públicas efectivas y coherentes se traduce en el hecho de que los ciudadanos empoderados deciden jugar sus cartas al máximo, pues se percatan de las debilidades e inoperancia del gobierno que no sustenta su accionar en políticas públicas.
El político debe evitar que la sociedad civil tome su lugar y que las decisiones sean el resultado de cálculos puramente técnicos y científicos, y, por tanto, privadas de criterios públicos. Los expertos no lo saben todo y el saber político se adquiere por experiencia y conocimiento.
Mientras tanto, los problemas se agravan hasta que estallan, con el alto riesgo de que luego no exista retorno.
jpm-am

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