El poder de la esperanza

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EL AUTOR es mayor general retirado de la Policía y periodista. Reside en Santo Domingo.

La situación de convulsión social que hoy vive nuestro país preñado de politiqueros rancios y perversos; agravada por la corrupción con ausencia de justicia y deterioro institucional que nos coloca en la indignidad a la gran mayoría del pueblo trabajador, es aterrador. Siendo reiterativo un escenario que protagonizan los políticos y grupos de poder robando el futuro y matando hasta las esperanzas de la gente y cómo afirma el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca: “El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida”.

Cuando nos encontramos en circunstancias tan apretadas, como: pésimos servicios básicos, ausencia de derechos, falta de recursos económicos, dificultades laborales, desempleo, desintegración familiar, grandes obstáculos que impiden lograr nuestros objetivos de vida; o cualquier otro tipo de inconveniente, tendemos siempre a volvernos nerviosos, a no pensar las cosas, a perder el sueño, a deprimirnos o sentirnos tristes y lo peor de todo, hasta perder la esperanza.

En el libro “El principio de la Esperanza”, del filósofo alemán, Ernst Bloch, se define la esperanza como la determinación principal de la estructura del mundo, un principio siempre presente y actuante en la realidad objetiva y un rasgo constitutivo del ser humano.

Bloch interpreta la esperanza como un espacio abierto y sin límites, donde todo cabe, una caja de sorpresas basada en la novedad y en el optimismo. En dicho proceso, puede suceder todo, nada ha sido planificado con antelación, sin embargo, siempre se espera lo conveniente, lo bueno o lo adecuado.

Aristóteles definía la esperanza como el sueño del hombre despierto, algo que no era lo real, pero que deseaba que así fuere, por lo que lucharía por hacer su sueño realidad, mientras que para el más grande de los filósofos, Sócrates, la esperanza es el fundamento del ser humano, afirmando que de manera consciente o inconsciente, el hombre tenía esperanza, al menos la de despertar cada mañana. Afirmaba que el alma necesita nutrirse de esperanza, igual que el estómago de alimento.

Sin embargo, Sócrates pensaba que no todas las personas eran capaces de identificar la esperanza, planteamiento que Eurípides conceptualizó afirmando que solo el hombre superior, pensante, moral y justo es fiel a su esperanza y la sabe reconocer dentro de si mismo.

En el mismo sentido, Tales de Mileto afirmaba que la esperanza es el único bien común a todos los hombres y que los que lo han perdido todo, la poseen aún, solo necesitan buscar dentro de su alma el poder de la misma.

Pero el concepto que nos ha quedado hoy en día es el traído con el cristianismo, después de la época de Constantino, quien en Roma fue visto como la “esperanza que los cristianos esperaban” al poner un supuesto “alto a las cruzadas” y permitir libremente a los cristianos defender y predicar su religión.

En esa época se popularizó el sentir de que la esperanza es algo bueno, algo necesario, aliada a la fe, a las religiones y al ser humano.

El poder de la esperanza siempre debe estar en ti, no solo cuando algo va mal, o cuando nos encontramos en una situación incómoda. Lo cierto es que, sea cual sea la situación en la que nos encontremos, tal como dijo Bloch, lo último que debemos perder es la esperanza.

Todos tenemos nuestras páginas en el libro de la vida, a nosotros nos toca escribirlas, y esperar sin desesperarnos el momento preciso para hacerlo. Debemos observar las oportunidades y mantener la fe y la esperanza viva.

Toda situación, por complicada que sea, tiene un fin natural o tiene una solución, el mundo es incierto y mientras mantengamos la fe, mientras tengamos esperanza y la reconozcamos, no en los demás, sino en nosotros mismos, podremos cambiar el futuro y cambiar nuestro destino, siendo prospectivos y deterministas dejaremos nuestras marcas y plasmaremos nuestros nombres en la historia.

“En el mundo se dan posibilidades objetivas…, Vivimos rodeados de la posibilidad, no sólo de la presencia. Todo gira, todo cambia, en cuanto creemos que así será, por lo tanto, lo último que se debe perder, es la esperanza”. Ernst Bloch.

of-am

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