El Gran Sueño Chino de Xi Jimping
<<Además de esto el hombre superior conoce y respeta los mandatos del Firmamento y, concretamente, conoce el mandato que le toca a él>>.
Los cuatro libros de Confucio. Traducción de Joaquín Pérez Arroyo. Página 17.
<<Mencio dijo: Todos los hombres sienten compasión por los sufrimientos de los demás. Los reyes de antaño tenían este sentimiento y lo aplicaban a su manera de gobernar. Gobernando guiados por esta compasión manejar el mundo y lo movían como si lo tuvieran en la palma de sus manos. Afirmo que los hombres tienen el sentimiento de compasión porque si alguien viera repentinamente a un niño, a punto de caer en un pozo, sentiría temor y angustia. Esto no sucede porque quiera congraciarse con los padres del niño ni porque busca alabanza de los vecinos y amigos, ni tampoco por preocuparse lo que se pensará de él. Es así como vemos que el que no tiene conmiseración, no es un ser humano, el que no tiene modestia y deferencia no es un ser humano, el que no tiene sentido del mal y del bien no es un ser humano. El sentimiento de compasión es el principio de la humanidad, el sentimiento de vergüenza es el principio de la rectitud, la modestia y la deferencia son el principio del decoro, y el principio del bien y del mal es el principio de la sabiduría. El hombre tiene estos cuatro principios así como tiene cuatro miembros. Tener estos cuatro principios y afirmar que uno no puede practicarlos es despojarse en sí mismos estos cuatro principios, es preciso que sepan desarrollarlos y realizarlos, pues son como el fuego que apenas empieza a arder y como el manantial a punto de brotar. El que los realiza plenamente puede proteger al mundo entero. Pero el que no lo hace no podrá siquiera cuidar de sus padres [(…)]>>. Sobre la naturaleza humana. (México: Flora botón abeja). Mencio. Libro 2; 1º Parte. Capítulo 6, Páginas 335 y 336.
Superadas todas estas fases de su vida política, Xi Jinping emprendió el camino de entendimiento pacífico entre las naciones postmodernas del presente siglo XXI. El 15 de noviembre de 2012 China presentaba los siete nuevos representantes del Gran Palacio del Pueblo de Pekín (siete (7) en total), los cuales dirigirían la política interna y exterior del país durante la década subsiguiente; de un lado, Ju Hintao entregaba a Xi Jinping el gobierno el cual se hacía acompañar de los ministros de primer y segundo grado en la escala del partido: Zhang Denhiang (viceministro); para Shangai Yu Zhengsheng; quien encararía la comunicación y la propaganda del partido sería Liu Yunsang; como representante de la lucha contra la corrupción Wang Quishang; para el liderazgo y representante del territorio de Tianjín, Zang Gaoli y como Primer Ministro Li Kequiang. Eran siete hombres de pura confianza para Xi Jinping.
Resuelta la representación más alta de la burocracia china, Xi se lanzó al ruedo internacional. Desde el 11 de septiembre de 2012 ya venía trazando una audaz política en el campo internacional compartida con los presidentes Barack Hussein Obama y Vladimir Vladimirovich Putin. El 14 de febrero de 2012 ya el presidente de China mandaba al mundo un mensaje de tranquilidad oportuno en grado sumo ya que recordemos en tiempos y albores de la Guerra Fría los miedos y conceptos que, de por sí, existían en cuanto al crecimiento del comunismo en el mundo. Sus gestiones llegaban a tal nivel que el mismo Obama insistía en que Estados unidos debería estar presta a colaborar con las propuestas de paz que Xi mandaba al mundo. No muy tarde, el 6 de junio de 2013 la prensa internacional recogía la noticia de que ambos mandatarios, reunidos en California, para cerrar acuerdos en ciberseguridad, política en el campo de prevención del cambio climático, divisas y política exterior, así salía reflejado en un detallado informe de RTVE. El fluir de la política del presidente chino no ha cambiado una sola coma de sus compromisos con la paz mundial y así lo hemos vivido desde el 2014 al 2018 con unas gestiones dignas de ser consideradas como ejemplares en las que, a pesar de su poderío económico, China no ha hecho más que aportar por el desarrollo de los países hermanos, fuera que se tratase de países parte de las economías emergentes o en vía de desarrollo.
Una de las grandes y más recientes apuestas de Xi Jinping durante el pasado año 2018 tuvo que ver con haber convencido de la unidad territorial estratégica, tanto a Kim Jong-un (presidente de Korea del Norte) como a Moon Jae-in (presidente de Korea del Sur). Al primero, Xi instaba a pasar su país a un proceso de desnuclearización; al segundo, de convencer al primero de la necesidad de establecer acuerdos políticos territoriales estratégicos y económicos, motorizando, de este modo, la nueva política cimentada en países que, sin importar su denominación, avanzan de forma acelerada hacia la formación de un nuevo radio de acción e inclusión de las colectividades y grupos humanos productivos de nuevas ideas con ideas de alcance planetario. Es penoso que la comunidad internacional no haya dado importancia a esto y que muchos piensen que el hecho ha sido obra de los Estado Unidos, pero la realidad es que este importantísimo avance con Korea del Norte (y, por tanto con ambas naciones del Paralelo 38) ha sido uno de los trabajos magistrales en materia diplomática de Xi Jinping.
Decíamos, al principio de este artículo que entre Taiwán y China hay unos lazos familiares que atraen un territorio hacia el otro. Explicábamos que casi un 80% del parentesco sanguíneo acerca, irremisiblemente, a las dos naciones. Hemos escuchado constantemente al representante de la nación china hablar de esta realidad. Una unidad de esta naturaleza haría más fuerte a China, no solo como parte del BRICS –sobre lo cual estaremos escribiendo posteriormente-, sino como territorio innegablemente indispensable para el avance de las nuevas economías del mundo ya que este será otro del los grandes logros del presidente chino.
Esta parte del gran “Sueño chino” del representante de la gran República orbitada en los cuatro libros de Confucio tiene, además, otra lectura (digamos: casi implícita) en la que el citado representante de la mayor potencia económica del mundo en la actualidad ha superado las motivaciones e intenciones de sus predecesores, es decir: la embestida económica de “Las Tres Representaciones”, de Jiang Zemin y el ancho abrazo del “Desarrollo Científico”, de Hu Jintao. Todavía hay algo más, y es que toda esta realidad vivida nos lleva a pensar en si, ciertamente, el poderío que se añade a Estados Unidos, hoy por hoy, pasa por ser una especie ficción para el estudio “admitida” por los propios amigos del norte de América, no solo frente a China, sino, también, de cara a la similar potencia imperial de la nueva Asia del siglo XXI resurgida, sorprendente e imperceptiblemente, de las cenizas del “Fénix” resucitado en la derruida y antigua URSS.
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