El discurso presidencial
La casualidad de ser gran administrador del silencio y consagrado hacedor de sus funciones, hacen de Danilo Medina un permanente potencial de expectativas que el pueblo valora, por hacer más de lo que dice o nunca convertir su palabra en la infecunda rutina de proclamar mentiras.
En efecto, el discurso pronunciado por el Presidente Medina, el domingo 17, fue didáctico y limpio, como entera actividad de su manera de pensar y todas las veces que se dirige a la nación, más que conversar y decir, hace y entrega una obra, tan sencilla como un título de propiedad o tan histórica y valiosa como Catalina. ¡Entiéndalo!
Sin embargo, las circunstancias generadas por la COVID-19, impide sospechar su complejidad y, por tal razón, es de justicia que los políticos se desprendan de forma, lo que en el fondo deben superar abnegadamente: ¡Coronavirus!.
Lo demás, es pura payasada de la oposición, porque jugar a la mentirosa campaña de prometer supuesta superación de una nación que, de hecho, disfruta las mejores estadísticas de su historia, se puede afirmar que hay que ser un tanto descarado para olvidar qué en ningún país del mundo, ¡léalo bien! habrá manera de avanzar más allá de lo alcanzado con anterioridad al Coronavirus.
Mi máxima jactancia individual, radica en ser un ciudadano sin defectos que vulgaricen mi conducta, pública ni privada, y por tal razón es que puedo editar que a las 8 de la noche del domingo 17 de mayo, vi a Danilo física y humanamente agotado, pero en su mirada advertí el inconfundible reflejo de su sentimiento, como si anhelara recibir en su pecho, todos los efectos del coronavirus para salvar al país de tan penosa situación y a manera de vacuna moral.
En política, como en todas las cosas de la vida, hay posturas desquiciantes, pero estos criterios solo pueden ser atomizados con estadísticas aplastantes y tal cosa es imposible, porque la historia hace rato que acuñó la certeza de que el trabajo del gobernante está escrito con mayúscula. ¡Así es!
Tanto es así, que el esfuerzo realizado para intentar normalizar la vida nacional en plena pandemia, traería funestas consecuencias y dudo qué, en tan indeseada ocasión, solamente serán culpables de causar la muerte a tantos dominicanos, los que tampoco enarbolaron, razón y vida para hacer Patria a ninguna hora de la historia. ¡anótelo!
BALANCEADO Y SOBRIO

De manera, que el discurso de Danilo Medina, balanceado y sobrio, nos recuerda que mientras la ciencia explica lo que acontece mundialmente, el gobernante trata de ajustar aquí estrategias susceptibles de sobrellevar la situación, en tanto el pueblo, veterano disfrutante de nuevas noticias, se niega a evitar el fiambre que la clase política se niega a comprender.
Todo, porque si logramos evitar que la ambición rompa el saco, salvaríamos a la población en agradable proporción, y si las elecciones fueran mañana o después, por qué disputar la vida contra la espléndida oportunidad de justificarla, sin exponerla tan forzosa y precipitadamente.
Entonces, aun cuando el consenso unificó el criterio de ¨salir de casa¨, en razonada proporción, así aprecié el discurso del histórico estadista, que si bien es cierto que terminará su periodo gubernamental en pocos días, también es verdad que siempre estará presente por mucho tiempo como forjador de buenos ejemplos. ¡Esperemos!
alberto.lopezdeschamps@gmail.
JPM

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