Contraste de la migración en China y en EE.UU

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El autor reside en Nueva York

Las dos grandes potencias mundiales enfrentan un grave dilema migratorio, aunque con enfoques distintos. En Estados Unidos, la inmigración ilegal es un problema persistente, con entre 300,000 y 400,000 personas ingresando anualmente sin documentos o quedándose tras expirar sus visas. En China, la situación es opuesta: a pesar de tener la población más grande del mundo, el país enfrenta una escasez de juventud.

China está experimentando una disminución de los habitantes en edad laboral y un rápido envejecimiento, poniendo en riesgo su futuro económico. La política del hijo único, vigente entre 1979 y 2015, ha tenido profundas consecuencias demográficas. Aunque la población siguió creciendo y hoy supera los 1,400 millones, el segmento que más ha crecido es el de las personas mayores de 60 años.

Para 2050, se proyecta que el 33% de la población del gigante asiático será sexagenaria. Lo que ha creado una presión significativa sobre el sistema de pensiones y la atención sanitaria, ya que no hay suficientes jóvenes para mantener el balance económico. El sueño de un desarrollo autóctono está desvaneciéndose y China se ve en la necesidad de atraer inmigrantes en edad laboral para sostener su economía.

Estados Unidos

Estados Unidos ha enfrentado durante décadas un flujo significativo de inmigración ilegal, especialmente a través de su frontera con México. Las políticas migratorias han sido un tema constante en la agenda política y social del país.

EE. UU. se beneficia de la inmigración ilegal como fuente de mano de obra barata, pero también enfrenta costos en la presión de los servicios públicos y las escuelas. El debate político sobre este tema es altamente divisivo: algunos abogan por endurecer las políticas y reforzar las fronteras, mientras otros sugieren una reforma migratoria que legalice a millones de personas ya integradas en la sociedad. 

Retos en China

A pesar de la relajación de la política del hijo único, la natalidad sigue siendo baja. Muchas parejas prefieren tener menos hijos debido a los altos costos de vida y la competencia laboral. Además, las mujeres retrasan el matrimonio y la maternidad para enfocarse en sus carreras profesionales. China también ha sido históricamente un país de emigración, y no ha desarrollado políticas que fomenten la inmigración en gran escala. Los extranjeros que se mudan al gigante asiático enfrentan barreras burocráticas y culturales que dificultan su integración.

La falta de trabajadores jóvenes amenaza el crecimiento económico a largo plazo. El gobierno chino ha intentado contrarrestar la baja natalidad con incentivos económicos y políticas más flexibles con éxitos limitados. La inversión en tecnologías como la automatización ha sido clave para paliar la necesidad de mano de obra, pero el envejecimiento poblacional sigue creando una presión considerable sobre el sistema de pensiones y el cuidado de la salud.

Contraste entre ambos países

Estados Unidos enfrenta un exceso de inmigrantes, especialmente ilegales, lo que genera tensiones en cuanto a políticas de fronteras y empleo. La inmigración ilegal tiene beneficios económicos, pero la polarización política ha dificultado encontrar una solución que equilibre la demanda laboral y la seguridad nacional.

China, por otro lado, lucha con una población en declive y un déficit de mano de obra. La principal preocupación es la falta de personas jóvenes y la incapacidad para atraer inmigración extranjera. Aunque están abiertos a recibir trabajadores calificados, los retos de integración complican esta solución. Al problema de la edad se le adiciona que muchos de estos sexagenarios, gracias al espectacular crecimiento del gigante asiático pasaron de ser obreros o campesinos a dueños de las llamadas MIPYMES creando una clase media tan grande que es mayor que la suma de los habitantes de los tres países de América del Norte, incrementando la demanda de bienes y servicios.

Ambos países necesitan estrategias innovadoras para enfrentar sus problemas demográficos. Estados Unidos requiere una reforma integral que equilibre la demanda de trabajadores con un control efectivo de las fronteras. China, por su parte, deberá fomentar la natalidad y la inmigración o hacerle frente a una disminución económica a largo plazo. Últimamente estamos observando que esta potencia oriental ha dirigido su enfoque hacia América Latina y África, siendo este último continente el poseedor del promedio de habitantes con menor edad, 19 años.

Quizás, en un futuro cercano, veamos una generación de latinoamericanos y africanos conversando en mandarín.

CarlosMcCoyuzman@gmail.com

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