La inflación: políticas públicas elaboradas en cuartos fríos

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Santo Domingo.

POR CARLOS TOMAS DEL POZO

 Todos los gobiernos que hemos tenido desde los años 80 hacia acá,  conocen en detalle los efectos que la inflación provoca  a la clase media y a  la población más vulnerable,  como son  empobrecimiento  y drástica  reducción  en  la calidad de vida.

Las causas que han desencadenado las subidas de precios, en muchos casos  desproporcionadas,  ya han sido suficientemente explicadas por las autoridades, sin embargo,   persiste  la percepción de que todavía  faltan más  acciones que permitan ayudar a  amortiguar los efectos de esta asfixiante carestía.

Sería alentador que los técnicos del gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader, a la hora de elaborar sus declaraciones públicas explicativas,  tomaran  en cuenta que a diciembre 2021,  habían 14 países de América Latina con menor inflación que la República Dominicana,  según el dato aportado por el  Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES).

Indagar  como esos  14 países han logrado un  menor Índice de Precios al Consumidor  (IPC) que el nuestro, pudiera ser un ejercicio enriquecedor para todos los dominicanos,  debido a que  esta pandemia,  ni  tiene fecha de vencimiento,  ni tampoco han desaparecido  las causas de la inestabilidad global.

Con un IPC  encaramado en un 8.5%,  no solo se puede pensar en alternativas para los más pobres, también hay que proteger a la clase media,  y a todo aquel que no pueda  aumentar sus ingresos por decisión propia, debido a que se encuentra  preso  en el corral del salario fijo,  o sea  incapaz  de poder transferir los aumentos de precios a terceros.

A juzgar por algunos resultados que  han terminado  impactando  negativamente   el bolsillo de la gente,   parecería ser que las políticas públicas se están elaborando en cuartos  fríos,  por técnicos  carentes de  sensibilidad social.  Sentimiento este, que siempre ha acompañado a los más grandes líderes políticos de nuestra historia.

Un ejemplo grafico de esa frialdad,  fue la disposición de poner a la población usuaria del sistema de salud privado  a pagar casi  6 mil pesos  por una Prueba de Antígeno y PCR para detectar el Covid-19, en momentos de altos repuntes de contagios.

Es decir, una familia de 5 miembros con síntomas, solo para pruebas debía disponer de 30 mil pesos, el equivalente a casi dos salarios mínimos.

En caso  contrario debía acudir a los centros sanitarios públicos a coger lucha, por las limitaciones en cuanto a la logística que se emplea para manejar grandes volúmenes de personas.

De ninguna manera quiero significar  que el  asistir al sistema sanitario público,  sea denigrante, sin embargo;  la movilización hacia estos de  afiliados a las ARS privadas,   resulto ser un  tanto traumática.

Siempre existirá la mejor manera de hacer las cosas. Por ejemplo,   las autoridades, pudieron haber  abierto  el mercado  para que todo el que quisiera traer​pruebas para detectar el virus,  lo hiciera bajo cumplimiento de las regulaciones sanitarias pertinentes.  Esto hubiese reducido considerablemente el costo de la canasta de salud de los trabajadores asalariados y de la clase media.

jpm-am

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