Derechos, soberanía, diplomacia y la agenda de los conservadores
Cuando
el Tribunal Constitucional emitió la sentencia 168, de inmediato, planteé que era emanada de la agenda conspirativa de los
conservadores, y que en el fondo buscaba crear inconvenientes a la gestión de
gobierno del presidente Danilo Medina.
Medina había iniciado la democratización y abaratamiento del
crédito, el rescate del aparato productivo agropecuario y, sobretodo, había
iniciado la actual exitosa Revolución Educativa.
La sentencia fue y es una inteligente manera de
hacer que Danilo desvíe su estrategia de sentar las bases definitivas del
desarrollo nacional que prometió en la precampaña y durante la campaña
electoral. Son conocidos los esfuerzos desplegados por el
mandatario dominicano en procura de dar una salida humanitaria honorable al
problema en que ha derivado de aquella sentencia.
Soy testigo de los esfuerzos del Presidente
Medina, asistido del Embajador en Cuba, José Manuel Castillo, en el marco de la
Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC a
fin de finiquitar acuerdos con su homólogo de Haití, Michel Martelly.
También, de la entereza y gallardía con que el Presidente
Medina defendió ante todos los mandatarios, presidentas y jefes de Estado y
gobiernos reunidos allí, la potestad del pueblo dominicano para decidir su
política migratoria.
La sentencia era y es un hecho consumado. Al mandatario no
le quedaba otra alternativa que defender al país. Así lo hizo, evitando que la
CELAC estableciera como un problema de derechos humanos los casos de los
indocumentados haitianos en nuestra patria dominicana.
Sin embargo, pese a la buena voluntad de nuestro gobierno, el
problema derivado de la magistral y sutil conspiración de los conservadores
ultranacionalistas ha seguido batiéndose, al punto que ya logró una sentencia
de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.
Todo esto, en medio de los grandes y loables esfuerzos de
nuestro gobierno por levantar el aparato productivo agropecuario, enfrentando
el grave problema del analfabetismo, génesis de las desigualdades sociales y
económicas; todo esto, viene a actuar como enorme fardo de piedras. Y se ve al
presidente cargando esos peñones, luchando cuesta arriba por no distraerse y
completar las obras iniciadas.
La cuña conspirativa que implica la sentencia de los
conservadores no es simple, busca frenar el cambio de modelo de desarrollo
emprendido por el gobierno.
En la medida en que las grandes naciones condenan a países
como el nuestro por violación a los derechos humanos, restringen la inversión
extranjera, restringen el comercio, restringen el flujo turístico.
Entonces,
la tarea de todo el gobierno, de nuestros agentes diplomáticos, en suma, de la
cancillería cuyo nuevo incumbente, Andrés Navarro, se proyecta idóneo y
diligente, se en la obligación de continuar haciendo todo tipo de despliegues
defensivos-explicativos, siguiendo el tema de agenda en que nos impusieron los
conservadores ultranacionalistas.

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