Bullying: crianza sin control (OPINION)
POR E. MARGARITA EVE
El caso de la niña Stephora estremeció al país y reveló un problema que muchos han intentado ignorar: nuestros niños no están creciendo en entornos seguros. El bullying no es un incidente aislado, sino un síntoma alarmante de fallas profundas en la convivencia escolar y familiar. Este hecho exige reflexión inmediata. Es un llamado a revisar la manera en que estamos formando a nuestros hijos.
En numerosos hogares dominicanos predomina la crianza sin control, marcada por la falta de límites y supervisión. Cuando los padres o tutores no ejercen autoridad emocional ni acompañamiento, los niños crecen con impulsos difíciles de regular. Esta ausencia de guía abre espacio a conductas agresivas o retraídas. La primera escuela de valores es el hogar. Sin estructura, ningún niño aprende autocontrol.
La infancia merece vivirse con afecto, orientación y estabilidad, pero cuando predominan el caos, la violencia o la indiferencia, el desarrollo emocional queda comprometido. Estudios internacionales demuestran que los primeros años moldean gran parte del comportamiento futuro. Lo que no se atiende en la niñez se multiplica en la adolescencia. Proteger la infancia es una inversión social.
El sistema educativo dominicano enfrenta tensiones crecientes sin los recursos adecuados. Muchos centros carecen de protocolos sólidos y apoyo emocional suficiente. Aunque los docentes hacen un esfuerzo admirable, no pueden cargar solos con problemas que trascienden el aula. Cuando no existe una estructura sólida de acompañamiento, el bullying encuentra terreno fértil. La prevención debe ser prioridad.
Los estándares internacionales recomiendan un orientador por cada 250 estudiantes y, en contextos vulnerables uno por cada 150. Sin embargo, en la República Dominicana hay centros con más de 700 niños en contextos vulnerables, atendidos por apenas seis orientadores. Fortalecer estos equipos es esencial.
Modelos exitosos como KiVa en Finlandia y el Programa Olweus en Noruega demuestran que la violencia puede reducirse drásticamente con estrategias preventivas. Ambos sistemas incluyen educación emocional, vigilancia activa, participación de las familias y seguimiento continuo. La República Dominicana puede adaptar estas prácticas. La prevención siempre supera al castigo tardío.
El deporte es una herramienta transformadora que ayuda a canalizar energía, desarrollar disciplina y fortalecer el carácter. Países como Japón y Canadá lo integran como parte esencial de la formación escolar, logrando reducir comportamientos agresivos. Cuando un niño encuentra en el deporte una vía para expresarse, disminuyen los conflictos y aumenta su sentido de responsabilidad y respeto.
Fomentar el amor y respeto por los animales es otra estrategia valiosa para desarrollar empatía. Países como Holanda y Alemania han comprobado que los programas de cuidado animal reducen los niveles de violencia en las escuelas. Enseñar a un niño a cuidar un ser vivo despierta sensibilidad, responsabilidad y compasión. Educar en empatía es prevenir la agresión.
La familia debe recuperar su rol central en la educación emocional. Estar presente no es suficiente: se necesita participar activamente, orientar y establecer límites claros. Los padres requieren herramientas para identificar señales de alarma y acompañar a sus hijos en los desafíos emocionales. La crianza consciente es la base de cualquier sociedad saludable. La formación comienza en el hogar.
Los medios educativos y digitales también juegan un papel crucial. Desde mi canal infantil E. Margarita Eve Kids, donde promuevo valores, convivencia y contenidos como No al bullying, he visto cómo los niños responden positivamente a mensajes claros y afectivos. La comunicación audiovisual es un puente poderoso entre escuela y hogar. Educar también es comunicar desde el amor.
La literatura infantil contribuye a formar ciudadanos sensibles y reflexivos. Mi serie Las Aventuras de Sisi y Chispa, cuyo primer libro El Misterio de la Comida Desaparecida fue aprobado por el MINERD, fomenta convivencia, respeto y empatía. Los cuentos permiten que los niños reflexionen sobre situaciones reales de manera segura. Leer valores es sembrar futuro.
La República Dominicana debe analizar con urgencia las dinámicas familiares y escolares que están moldeando a nuestros niños. No podemos seguir permitiendo modelos de crianza que generan caos, inseguridad emocional y falta de límites. Cada niño merece crecer en un entorno que lo proteja. Proteger la infancia es proteger al país. El momento de actuar es ahora.

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