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Por Samuel Santana
Durante casi cien años, la vida, suerte y destino de la República Dominicana han sido contralados por un grupo de oligarcas, capitalistas junto a políticos, sindicalistas, altos militares y líderes de diferentes organizaciones, incluyendo la Iglesia Católica.
Pero de todos ellos los oligarcas y capitalistas son los de mayor poder.
La razón para esto son las siguientes: Primero, ellos son los empresarios que han llegado a ser los patronos de un porcentaje muy elevado de la clase trabajadora del país. Segundo, ellos son los que aportan los recursos económicos y los medios que necesitan los partidos políticos y sus líderes para llegar al poder.
Tanto los militares como los sindicalistas y demás líderes del país sacan sus beneficios ofreciendo sus servicios y servilismo al capitalismo y al poder político.
El pueblo actúa no con independencia propia sino bajo el control de estos sectores. Ellos no solo manejan las tierras, las grandes propiedades, las empresas sino, además, los medios de comunicación, las universidades y todos los medios de influencia.
Las elecciones no son mas que un ilusionismo que se les da a los ciudadanos para estratégicamente brindarles una especie de mecanismo de desahogo cuando se resienten por la frustración.
La realidad es que todos los partidos políticos y todos los candidatos son propiedad del capitalismo. Cualquiera que llegue al poder para ellos los beneficios serán siempre los mismos.
Ningún partido ni ningún ministro del Gobierno nunca tomará una decisión que afecte los intereses de los poderosos.
Lo peor de todo son los grandes beneficios que cada uno obtiene a través del mecanismo de la corrupción desde el Estado. El Estado es el gran medio a través del cual ellos generan, afianzan y multiplican sus riquezas.
Si se construye una carretera, una escuela o algún proyecto es porque el capitalismo y los políticos van a sacar grandes beneficios. Por eso el pueblo nunca puede esperar que un Gobierno se empeñe por su desarrollo y mejorar la condición de vida.
