¿Hace falta un Trujillo?

¿Has visto una gota de agua caer sobre una roca? ¿Qué dirías al ver detenidamente como baña la roca? ¿Pensarías que las suaves gotitas se deslizan sin provocarle ningún daño? Pues, la experiencia ha demostrado que después de un tiempo la gota perfora la roca.

Algo similar esta ocurriendo en nuestro país, que de tanto invocar el nombre de Trujillo, atrajimos la presencia de su nieto, como una especie de mesía que pueda librarnos de la delincuencia y la criminalidad que tiene a toda la sociedad en zozobra

De acuerdo al filosofo italiano Giambattista Vicola historia no avanza de forma lineal empujada por el progreso, sino en forma de ciclos que se repiten en espiral.

La explicación de la creciente simpatía hacia el nieto de un dictador que gobernó con manos de hierro, es consecuencia de la debilidad que muestran las autoridades para detener el crimen. Pues tienen las manos atadas, ya que son los primeros violadores de las leyes y no se puede exigir, lo que no se puede dar. La ley entra por casa, dice un refrán popular.

Trujillo fue un dictador que a pesar de todo lo malo que arrastra el totalitarismo, supo mantener a raya la delincuencia que hoy nos agobia, a los haitianos que nos han invadido, a un país libre de endeudamiento y por tanto soberano. Cuando se escucha: “Hace falta Trujillo”, muchos aplauden. Pero siempre aparecen voces adoloridas por la experiencia dictatorial y pronuncian un “Eso ¡nunca más!”.

Unos odian su memoria y otros la veneran. Se desatan entonces, las pasiones. El pro y el contra. Pero sigue el reciclaje de tales expresiones, sin que ello se vaya a acabar mientras sigamos gobernados por la clase política más corrupta y perversa de la historia dominicana.

Según la distribución de la edad de los dominicanos hasta el 9 de julio de 2017: el 27.06% tiene menos de 14 años; el 18.3 % esta entre los 15 y 24 años; el 39.54%, entre los 25 a los 54 años; el 7,67%; de los 55 a los 64 y el 7.43%, entre los 65 y más.

Hace 57 años, que salimos de una dictadura militar para caer en la dictadura de un partido, que ha resultado peor. Quedarse en el pasado, es no evolucionar.

Hoy los haitianos entran y salen del país cuando les da la gana, como chivo sin ley, porque cuentan con la protección de las potencias económicas que compraron nuestra soberanía. Bajo la excusa de proteger los derechos humanos han llenado al país de ONG para protegerlo.

La corrupción rampante, la inmunidad, la impagable deuda y la invasión pacifica de haitianos son realidades, más que suficiente para que gritemos a todo pulmón: ¡¡¡¡Hace falta Trujillo!!!!

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