Voz de la derrota

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

 

Se trataba del primer almuerzo de la Cámara Americana de Comercio después de las elecciones generales ganadas por el presidente Danilo Medina con un 62%, el mayor porcentaje obtenido por un candidato presidencial en la historia democrática del país, y el orador invitado lo fue Rafael Blanco Canto, presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).

William Malamud, vicepresidente ejecutivo de AMCHAMDR, tal vez previendo la andanada que seguiría después, abrió con unas palabras de felicitación al presidente Danilo Medina por la victoria electoral. A continuación el presidente de la Cámara, Gustavo Tavares, presentó al conferencista, que tras las salutaciones protocolares, empezó a cumplir con su principal objetivo: deslegitimar el proceso electoral, para debilitar Gobierno en pacto fiscal.

“Las recientes elecciones nos han dejado una cantidad extraordinaria de experiencias y lecciones aprendidas, constituyéndose en un proceso con una miraba amplia y profunda… Las peripecias y dificultades del reciente proceso electoral, caracterizado por denuncias, la desconfianza y los cuestionamientos, nos ofrecen la segunda gran lección del proceso electoral: la confianza en la institucionalidad que rige las elecciones de agotó…ha quedado claro que en las elecciones pasadas este sistema colapsó y el proceso estuvo matizado por un constante cuestionamiento a la imparcialidad de los órganos electorales. Hoy puede afirmarse que la confianza en la institucionalidad electoral está rota”.

Cuando el Consejo Directivo del CONEP decidió acudir a Palacio a felicitar al presidente Medina por su triunfo, no lo hacían bajo el criterio de que había sido ilegitimo, nacido de un proceso sin  credibilidad, porque de haber sido así lo honesto era que no lo hicieran, pero hay que separar la paja del trigo, al almuerzo de AMCHAMDR se invitó a Blanco Canto en su condición de presidente del CONEP, pero su discurso fue elaborado desde otra perspectiva: la del opositor resentido con los resultados de ese proceso que está ejecutando las mismas directrices de la fuerza política en la que hunde vínculos familiares, afectivos y de negocios.

No fueron capaces de articular una oposición compacta ni de construir un mensaje esperanzador, y tal y como lo proyectaban todas las encuestas creíbles, perdieron abrumadoramente, y entre los culpables están un arbitraje electoral que con nadie fue tan condescendiente como con el principal aspirante opositor, y los medios de comunicación.

Lo que no se le perdona a Roberto Rosario es que condujera el proceso a buen puerto pese a los sabotajes que se urdieron para hacer colapsar las elecciones y provocar una nueva convocatoria, para asemejarnos a lo que ocurre en el país vecino.

Los cuatro pilares en los que Blanco Canto resume sus propuestas, son de amplio consenso en la sociedad dominicana, solo que les hizo añadidos distorsionante, como ocurre con la necesidad de una nueva ley electoral, todos la queremos, pero el pide una inconstitucional que ejerza un control del contenido de los medios y de la publicidad fuera de los periodos electorales, olvidándose que un principio fundamental del CONEP es la protección de la inversión privada, y los medios son empresas sujetos a las reglas de un mercado competitivo y su contenido no puede ser pautado por ningún poder.

Ley de responsabilidad social, bienvenida, pero si un modelo de actuación sirve para ilustrar esa aspiración es el comportamiento del gasto del gobierno en esta campaña, que  finalizó mayo con una ejecución de apenas un 41.8% del total contemplado en el Presupuesto para el año.

 

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