Que fueron las Ordalías (2 de 3)

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

En el Congo “el doctor pone sobre el fuego una marmita llena de agua y otros ingredientes, y,  cuando hierve, mete en él su mano desnuda y lo saca intacto para mostrar que se trata de un privilegio reservado a su ministerio; luego, murmura su maldito exorcismo sobre esta agua, y como si quisiera hacernos obedecer, le da la orden de decir si el paciente debe morir o no.

Luego, hundiendo nuevamente la mano en agua hirviendo, si sale quemado, es presagio de muerte segura; si está intacto, es seguro que el paciente se recuperará”. Es probablemente a fin de su defensa contra los maleficios de las brujas que las ordalías adivinas han sido empleadas como medio de prueba judicial, es decir, a fin de detectar el brujo para matarlo, y hasta para destruir el principio el mal se alojó en él.

No es pues, en el origen al menos, un sermón de Dios, est un medio de defensa mágico contra la brujería. Entre los Tongas, En el pueblo bantú de Sudáfrica, tan bien estudiado por Junot, la adivinación mediante los óseles juega un papel importante en la mayoría de los actos de la vida diaria y ha entrado en la práctica actual de los juicios por brujería.

Estos nudillos se fabrican generalmente con astrágalos de cabras, antílopes, etc., o incluso conchas especiales, que se lanzan al aire y la forma en que caen da la respuesta deseada. Los indígenas no atribuyen la muerte a causas naturales, para ellos se debe obviamente a la ira de los dioses o a las maldiciones de un hechicero que lanzó un hechizo maligno sobre la persona que quería matar.

En cuanto los padres del muerto sospechan que alguien entre los autores del crimen consulta los huesecillos. Si los huesecillos designan el culpable, se consulta una segunda vez. Si ellos confirman su veredicto, los padres del muerto van a presentar querella a los jefes del pueblo. La acumulación se convierte entonces oficial y está entre las manos del jefe que rinde la justicia.

Este último envía uno de los litigantes al mago que se pone en estado de trance y procede a la adivinación del nombre del culpable. Si el acusado es designado de nuevo y si el niega su crimen, puede demandar de ser sometido a la ordalía por el veneno, es decir, a la prueba. De una belladona llamada mondjo.Si la planta lo intoxica, su falta es confirmada por la tercera vez, y él es condenado.

Se podría citar muchos otros ejemplos de ordalías de ese género, utilizado en todos los países por nativos pertenecientes a las más diversas razas. La ordalía es un modo de prueba que probablemente ha tomado nacimiento entre los pueblos primitivos imbuidos de ideas religiosas muy crudo mucho antes de la creación de los tribunales. Al parecer, sólo más tarde se utilizó la terrible experiencia como medio de prueba judicial.

Entre los antiguos celtas que habitaban la Renania, era costumbre, se dice, de probar la legitimidad de los niños por la prueba del agua del rio. El marido que tenía dudas sobre la legitimidad de uno de sus hijos, se entregaba al juicio del Dios-Rhin. Lanzaba al niño al rio. Si el niño era bastardo, el rio lo ahogaba.

Si era legítimo, el rio lo devolvía y la madre lo tomaba. Por una curiosa coincidencia, el explorador Spoke encontró una costumbre identidad en África Central. Un jefe bien conocido, llamado Kimé Rizi, sumergió a sus hijos en la N´yanza para comprobar si realmente eran de él. Si ellos se iban al fondo, era una prueba evidente que ellos no eran de él. Si flotaban, demostraba así su legitimidad y los reconocía como propios.

Parece pues verdadero que esas supersticiones existían ya cuando los pueblos primitivos tenían aún instituciones judiciales. Ellas encontraron naturalmente su aplicación ante los tribunales, cuando fueron creados. No seamos demasiado sorprendidos de la larga persistencia de esas prácticas bárbaras y absurdas.

El problema de la prueba judicial en materia criminal debía parecer casi insoluble a nuestros antepasados. Para ellos sólo había incertidumbre más allá del flagrante delito o de la confesión del culpable. Sus mentes incultas, pero impregnadas de una religiosidad supersticiosa, se volvían ansiosamente hacia los dioses para exigirles que les proporcionarán pruebas de la culpabilidad de los acusados.

 

Por lo tanto, obligaron a este último a prestar un juramento solemne que provocaría la ira divina sobre él y los suyos, si hacía un juramento falso, o la adivinación divina sobre él y los suyos, si hacía un juramento falso, o aceptaba someterse a una prueba solemne en la que el dios mismo decidiría la cuestión de la culpabilidad.

Es así que ellos tenían falta de mejor, recurso al sistema grosero y cruel de las ordalías. Se puede, por otro lado, suponer que en la práctica, Sólo someten a ella a personas sobre las que ya pesan fuertes presunciones. Algunas veces, sin embargo, el recurso a las ordalías desemboca en matanzas masivas.

Es el caso, por ejemplo, cuando se trata de crímenes imaginarios, tales como los actos de brujería, considerados como muy peligrosos. La prueba efectiva es, evidentemente, imposible. La ordalía tiene lugar, de nuestros días aun, entre ciertos pueblos africanos. El indígena mira la enfermedad y la muerte como algo completamente anormal. No tienen ninguna relación con causas naturales; Siempre se culpa a la brujería por esto.

jpm-am

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