Pérdidas de RD al exportar conmodities (materias primas)
La República Dominicana continúa dependiendo en gran medida de la exportación de materias primas como cacao, oro, café y tabaco. Sin embargo, esta dependencia refleja una economía que cede el valor agregado a otros países.
La brecha entre el precio del producto bruto y el industrializado es abismal. Industrializar no solo implica transformar, sino también multiplicar la riqueza interna y generar empleos calificados.
Cacao y oro
Tomemos como referencia el cacao. Cuando se exporta en grano, su precio ronda los 3 dólares por kilo. Sin embargo, ese mismo kilo, convertido en bombones suizos o belgas, puede alcanzar entre 2,500 y 5,000 dólares. En otras palabras, un solo kilo de bombones puede valer hasta 1,667 veces más que el cacao original. Este ejemplo ilustra el costo oculto de no transformar los recursos nacionales.
La República Dominicana exporta más de 80 mil toneladas de cacao al año, generando cerca de 250 millones de dólares. Si una parte significativa de esa producción se industrializara localmente, el país podría superar fácilmente los mil millones en ingresos, además de crear miles de empleos en las etapas de procesamiento, empaque y mercadeo.
El oro representa otro caso emblemático. En 2024, el país exportó más de 1,500 millones de dólares en oro doré, pero el verdadero valor se captura en los países donde se refina. Al refinarse, un lingote puede aumentar su precio hasta un 20%, y al convertirse en joyería de lujo, el margen de ganancia supera el 300%. Todo ese valor agregado se queda fuera del territorio dominicano.
Procesadoras
Si existieran refinerías de oro y plantas joyeras en el país, los beneficios serían enormes: diversificación industrial, formación técnica y mayores ingresos fiscales. Países como Perú y México ya han avanzado en este sentido, estableciendo centros de refinamiento y exportando productos terminados en lugar de minerales crudos
La falta de industrialización también limita la resiliencia económica. Los precios internacionales de los commodities fluctúan constantemente. En cambio, los productos transformados mantienen un valor estable y una demanda más predecible. Esto reduce la vulnerabilidad económica y mejora la balanza comercial.
Industrializar significa romper la dependencia de exportar riqueza bruta y comprar progreso ajeno. Implica desarrollar cadenas de valor, impulsar la innovación y fortalecer la competitividad nacional. La inversión en tecnología, educación técnica y parques industriales especializados sería el punto de partida.
Ejemplos internacionales demuestran que el valor agregado transforma economías. Corea del Sur, antes exportadora de materias primas, apostó por la manufactura y hoy es una potencia tecnológica. Costa Rica, con menos recursos naturales que República Dominicana, logró convertirse en un centro de exportación de dispositivos médicos gracias a la industrialización estratégica.
En el caso del cacao, bastaría con crear un clúster de chocolatería artesanal e industrial que combine calidad local con branding internacional. República Dominicana podría posicionarse junto a Bélgica o Suiza en el mercado global de chocolates finos, aprovechando su reputación por el cacao orgánico de alta calidad.
Asimismo, una política pública enfocada en el valor agregado permitiría atraer inversión extranjera orientada a la transformación. La creación de zonas francas industriales mixtas, donde se combinen materias primas locales con tecnología extranjera, podría ser la clave para un nuevo modelo exportador.
La diversificación productiva generaría también impactos sociales. Cada empleo industrial crea entre tres y cinco empleos indirectos. Además, los salarios en manufactura superan en más del 40% a los del sector agrícola, contribuyendo a reducir la desigualdad y la migración rural.
En conclusión, República Dominicana pierde miles de millones al exportar su riqueza sin procesar. Industrializar no es solo una opción económica, sino una estrategia de soberanía. Es el camino para dejar de ser exportadores de materia prima y convertirnos en exportadores de valor, tecnología y orgullo nacional. No es lo mismo exportar tomates que pasta, salsas o jugos o exportar ámbar o larimar en bruto y no joyas. No más commodities: es hora de refinerías, procesadoras, fábricas y futuro.

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Aqui lo que los politicos quieren es dinero rapido y facil, para procesar materia prima se necesita inteligencia y paciencia, ambas difíciles de encontrar en nuestro medio.
MUY BUEN ARTICULO… PERO NI LOS POLITICOS, DE NINGUN PARTIDO, NI LOS DUEÑOS DEL PAIS (LAS 30 FAMILIAS DUEÑAS DE TODO Y QUE DECIDEN TODO) QUE COMPONEN EL CONEP Y EL CNC, NI NINGUN PARTIDO, ESTAN EN ESO. NO ES PARTE DE SU MATRIZ DE ACUMULACION.