OPINION: Incitación a la demanda médica

 

Es cierto, con frecuencia lo afirman y no sin algo de razón: detrás de cada demanda a un médico, se encuentra otro médico o una enfermera.

 

La participación de la enfermera, generalmente se encuentra relacionada con alguna familiaridad o amistad cercana con la persona afectada, por lo que ella entiende como una mala práctica médica.

 

Hay enfermeras muy bien preparadas, con amplios conocimientos y muy capaces, sin embargo, sus funciones y conocimientos son diferentes a los del médico, por eso, su interpretación de una actuación médica puede estar muy distanciada de la verdad.

 

En cuanto al médico incitante, sus motivos pueden ser la familiaridad con alguien en quien se obtuvo un resultado médico desfavorable o, bien, falleció con posterioridad a una intervención médica operatoria. Pero pueden también mediar la envidia, el resquemor, los rencores ocultos por diferencias personales, el afán antiético y mediocre de eliminar la competencia. Y no hay que olvidar, porque se le observa con mucha frecuencia, los comentarios negativos sobre la actuación de un médico expresada por otro médico en forma abierta delante de los familiares y el mismo paciente, tras recibirlo en un centro médico y leer la nota de referimiento de otro centro médico en donde se practicaron atenciones médicas previas.

 

También hay médicos que fungen como asesores y consultores auxiliares de bufetes de abogados especializados en demandas médicas y toman su labor de incitación a la demanda médica, como una acción meramente laboral.

 

Estas nuevas circunstancias han tornado la profesión de la medicina en una actividad de altísimo riesgo. Ya en la actualidad, el médico no solo ve en los pacientes potenciales enemigos, sino que además se ve obligado a cuidarse de los propios colegas que están supuestos a brindarle apoyo y auxilio ante los casos difíciles y los resultados adversos, y del personal auxiliar, que está para ofrecer ayuda práctica y oportuna al médico en el desempeño de sus funciones.

 

Es, pues, la propia clase médica y el personal auxiliar de ella quienes han estado contribuyendo a la actual desvalorización de la imagen del médico, olvidando la afirmación hecha por Marañón hace más de 50 años, al señalar: “La medicina es una ciencia inexacta… existirá siempre el factor reaccional del individuo enfermo, infinitamente variable… que convierte todo tratamiento, aun el más rigurosamente exacto, en un azar cuyo margen de posibilidades de error se puede disminuir; pero nunca eliminar…”

 

Uno de los resultados negativos de esta situación es que ya un buen número de médicos se niega a atender a miembros de la misma profesión y ni se diga de las profesiones auxiliares, y cuando lo hace, cobra sus honorarios sin ningún tipo de consideración.

 

La desconfianza del médico ya está adquiriendo rangos paranoides. El problema es de tal magnitud, que las publicaciones especializadas señalan que la comunidad médica se encuentra en estado de conmoción e incertidumbre y de continuar las cosas por el camino que van, la sociedad se verá afectada sensiblemente, ya que el costo global en salud seguirá multiplicándose por los excesos en procedimientos de diagnósticos solicitados por los médicos para cubrirse las espaldas y lo que es peor aún, cada vez será mayor el número de médicos que se niegue a arriesgarse brindando atenciones a patologías de alto riesgo o casos difíciles.

jpm

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