Las encuestas y el fenómeno Ranfis Domínguez Trujillo
La candidatura presidencial de Ranfis Domínguez Trujillo se afianza cada día más y toma un repunte de primer orden en la población votante de República Dominicana, a pesar del soborno concurrente del partido gobernante que con su ambición reeleccionista está apostando a una tercera repostulación presidencial de Danilo Medina, o en su defecto de cualquier otro aspirante a dicha posición ejecutiva en las elecciones del 2020.
De acuerdo con algunos sondeos que destacan los perfiles porcentuales de aspirantes a la presidencia, la primera encuesta realizada por la Gallup, publicada por el periódico Hoy, el pasado 20 de marzo, favorece al candidato del PDI (Partido Demócrata Institucional) con un 42.2%, sin embargo, para este medio ese porcentaje no reviste ninguna importancia poniendo por encima el 52% que según el levantamiento político lo rechazó como candidato presidencial, lo que significa que las elecciones del 2020 se desarrollarán con un mandato de rechazó significativo en contra del soborno, la corrupción, la violencia, la complicidad y el vandalismo que impera en el país.
Los resultados de las últimas encuestas, por ejemplo, una realizada en abril por ASISA, que al amparo de supuestos pagos favorecen a candidatos del partido gobernante, según las aceveraciones del PDI, denotan con asidero los resultados de la investigación que posicionan a Ranfis Dominguez Trujillo con 5% de preferencia dentro del electorado, por debajo de Leonel Fernández y Luis Abinader, respectivamente. Según el PDI, en dicha encuesta, Domínguez Trujillo fue favorecido con el 35%, por encima de Fernández, 20% y Abinader 17%.
Los indicativos de respuestas que favorecen al candidato Ranfis Domínguez, nieto de Trujillo, se pueden observar en las respuestas de jovenes, adultos y envejecientes, con el recibimiento que le dispensan en cada visita, recorridos y marchas a nivel de toda la geografía nacional y ni hablar de las observaciones favorables en las redes sociales donde la gran mayoria muestra los niveles de insatisfacción con el actual sistema de gobierno.
El PLD ha querido imponer un gobierno para mansillar a los dominicanos, una especie de traje a la medida que endereza todos sus esfuerzos hacia el favoritismo a ultranza de allegados y amigos como si el Estado fuera una parcela personal.
No hay oposición del PRD, PRM, PRSC, ni siquiera de los legisladores «izquierdistas» que al llegar a las curules se convierten en cómplices de las barbaries del gobierno, al igual que los empresarios, debido a la permisividad para evadir impuestos porque todos forman parte de del icono relajante de los bienes publicos.
El único candidato que viene desenmascarando y poniendo en evidencias todas las marcas del actual gobierno es Ranfis Domínguez Trujillo, ahí es donde está el temor a perder las elecciones del 2020, porque están seguro que sin menoscabo le van a pasar factura y tendrán que poner las cuentas claras o de lo contrario no le quedará otro camino que el de la cárcel.
Con el fenómeno Ranfis Domínguez Trujillo y su cuadro de dirigentes que se aposentan en la campaña política hay que hilar fino, el PLD lo sabes, por eso sus desafueros e infortunios en cuanto al manejo de las encuestas para salir airosos con los porcentajes, sin importar el costo económico ni lo que le depare el futuro.
Estamos a menos de dos años para celebrarse las elecciones del 2020 y con el paso del tiempo los votantes van adquiriendo conciencia para que se generen cambios en la administración pública, razón por la cual cada vez es mayor la fortaleza de la candidatura presidencial de Ranfis Domínguez Trujillo.
Los dominicanos estamos conscientes del descalabro imperante que destroza las instituciones de Estado y mientras eso sucede Ramfis aumenta su popularidad con el apoyo de los sectores más empobrecidos, los militares, una parte del sector empresarial; y sobre todo, del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el cual ha entendido que el panorama actual de RD con la corrupción administrativa no es el más halagueño y se resume en una hecatombe que sólo se resuelve saliendo de los «líderes» integrados en los partidos tradicionales.