El saldo mínimo de caja

Las autoridades fiscales
encargadas de velar por el buen desempeño de las finanzas públicas (ingresos
por concepto de recaudaciones tributarias, aranceles, ingresos de capital, préstamos,
donaciones y los egresos corrientes de capital y aplicaciones financieras), deben
no solo preocuparse de forma mecánica por lo que ingresará al erario y lo que se
erogará en un período determinado, muchas veces sin establecer las estrategias
más adecuadas para lograr los niveles de ingresos y desembolsos deseados, sino
también determinar el costo de capital frente al rendimiento de los fondos
obtenidos en préstamos y fijar la meta de un saldo mínimo de caja como parte
del buen manejo administrativo de los recursos que siempre son exiguos.

Recientemente, se publicó en uno de
los periódicos de mayor tradición dominicana, que por primera vez en mucho
tiempo el país logró un superávit o sobrante de caja del orden de los
RD$1,562.7 millones al relacionar ingresos
y gastos durante el período enero-abril 2014.

Información que ha sido manejada
como un gran logro, gran premio, gran
hazaña o milagro de Dios pero no como parte de una planificación diseñada
o meta previamente pensada, sino como
obra del azar.

Lo que no se planifica a los fines
de lograr objetivos y metas, cumplir misión y visión de futuro quedará sujeto a
la improvisación.

El mostrar como un logro histórico
financiero el pírrico sobrante de caja indicado es cosa de niño o de una
persona con un cerebro mal amueblado, mal disciplinado u organizado.

La labor presupuestal debe ser una
actividad sujeta a principios y reglas bien diseñadas donde se aminore o no
tengan cabida las sorpresas o falsas ilusiones ya que con ella se persigue
mayor certidumbre en la realización de las diferentes actividades que han
desarrollarse en un lapso determinado cumpliendo con las estrategias que
facilitarán el logro de los objetivos y metas que se desean alcanzar.

Honrando las funciones
presupuestales y administrativas de planificar y controlar se hace
imprescindible que las mismas se cumplan a cabalidad a los fines de garantizar
una mejor formulación y ejecución de lo presupuestado.

De lo contrario los resultados serán
extraídos de la improvisación o de un sombrero de un mago, a través de la
famosa barita mágica o de la divina providencia.

Muchas veces, se exponen cifras
frías que no se corresponden con la realidad, pues no es ni una ni dos veces que
se informa que se ha obtenido un logro monetario o fiscal y posteriormente se determina
que dichas cifras están sesgadas por el hecho de que dejaron de tomarse en
cuenta valores devengados u obligaciones o compromisos contingentes que de
incluirse en los cálculos el resultado sería totalmente diferente.

De ahí que las autoridades sea por
comisión u omisión expresen que se ha logrado tal o cual resultado positivo en
el orden económico-financiero cuando en la realidad se han dejado de incluir
partidas o cuentas que debieron rebajarse de los ingresos, pues se han obviado, ya que como es lógico debe
primar el método de lo devengado y no de lo percibido para reflejar en las
cuentas la verdadera realidad.

Es por ello, que muchas personas
también se engañan al creerse que disponen de un total de efectivo que
realmente no le corresponde ya que han dejado de sincerar sus compromisos u
obligaciones con terceros forjándose la falsa ilusión o el espejismo de que son
dueñas de un activo irreal cuando por el contrario sus pasivos son mayores que
sus recursos propios.

El elaborar un presupuesto de caja
sin definir claramente sus objetivos, metas, misión y visión y limitarse al
nivel de ingresos y egresos que ha de lograrse sin que se estipule o incluya la
partida de saldo mínimo deseado o la reserva meta que se desea mantener, a los
fines de cumplir con compromisos previos, sería improvisar, dejando a un lado
los casos fortuitos o contingentes que podrían surgir en el devenir de los
tiempos.

El saldo mínimo, representa el valor
de las disponibilidades de fondos que se fija como referencia para las
decisiones asociadas con la consecución de recursos, la redención de
inversiones o la inversión externa de fondos sobrantes.

De no tomarse en cuenta esa partida
en el presupuesto de caja, cash flow, o flujo de efectivo es simplemente
planificar ingresos y egresos sin la meta del renglón imprevisto o fondos
precautelatorios que permitirá enfrentar las consabidas sorpresas de la vida.

De manera pues, se invita a las
autoridades, a las empresas y público en general a no engañarse con saldos
positivos o disponibilidades que en la realidad no existen o no les pertenecen,
por lo que deben transparentarse las cifras de la ejecución presupuestal.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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