El caso de Haití
Por JOSE NUÑEZ
SANTO DOMINGO.- Nuestros vecinos, tan pobres, desorganizados y con todo tipo de pestes sociales, que son tan propias, muy exclusivas de la pobreza extrema.
Por demás, son físicamente nada favorables para mezclarnos a nivel biológico, ya sea por sus múltiples males congénitos, contagiosos; tienen definitivamente las peores de las enfermedades, una pobreza extrema e intensa en un territorio inviable y depredado.
Si ese conglomerado que tiene dos factores positivos en nuestras relaciones, que es el comercio y su mano de obra, muy característicos y frágiles en el tipo de relaciones comerciales de hoy, ya que éstos deben regularse y organizarse mejor, porque a futuro (el comercio y su mano de obra) deben verse más estables, competitivos y con confianza absoluta.
A ellos nadie los quiere como residentes ilegales en su Estado, ni nosotros, y por qué querer lo que te puede dar más sacrificios que beneficios, que te podrían bajar la calidad de vida inclusive, hasta el amor se pierde si es seguro que te vas a medrar, disminuir y hasta eliminar.
Así es la realidad con nuestros hermanos de territorio, ya que hasta la naturaleza y la acción del hombre ha puesto su diferencia abismal entre ambas demarcaciones de una misma isla.
Después de estos preámbulos, pongamos los ojos como un buen pistolero en el centro del objetivo ¿Cuál es?, los haitianos saben nuestra realidad y que somos sus mejores amigos, y si se quiere, se puede pensar que se les ha maltratado en el país, especialmente por los sectores productivos (agropecuario y construcción), y algunos de los que han administrado el Estado en algunas que otras coyunturas.
Pero ellos también nos han dado, y duro, lo hicieron primero, no se ha de olvidar como se hizo, debemos recordar que en el pasado, en el siglo XIX, nos invadieron por 22 largos años, del 9 de febrero de 1822 al 27 de febrero de 1844.
Ahora bien, ellos nos atacan porque los mandan en el mundo de los que creen que pueden decidir el destino de los demás países, les dicen, atáquenlos que nosotros los apoyamos.
Por tanto, junto a refrescarle la memoria al que no la tiene, el decirles que entiendan, a los que no van a querer entender o decirles así, a los débiles (el pueblo) y fuertes haitianos (sus sectores políticos y comerciantes), cuando tienen padrinos súper, pero súper poderosos que los enchinchan ¿De qué nos vale?
Enfrentemos, peleemos con los poderosos y más grandes que nosotros, y con la virilidad nacional, dejarles saber bien claro, que no, que tenemos nuestro país, con sus Leyes y Reglamentaciones: Los que no nos quieran aceptar, tienen un único camino, que nos borren de la faz de la tierra.
¡Preparémonos para lo que sea! No en contra de los vecinos, de un conglomerado inviable, a ellos los vamos a seguir ayudando, he hacerles ver a los imperios que nos deben respetar. No más ni menos de ahí.
Y a nuestros hermanos de territorio, de la globalización autóctona, que somos tan diferenciados culturalmente, es decir, en la forma de vida de ambos pueblos, ¡Por favor, así no…!
jpm