El contundente mensaje de las movilizaciones de masas
POR: EDDY PEREYRA ARIZA
Probablemente la Unión Cívica Nacional, que salió al escenario público como movimiento de ciudadanos apartidista, fue determinante para que los familiares del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina y sus relacionados salieran del país y se diera paso a la naciente democracia dominicana.
Obviamente, el presidente Joaquín Balaguer fue el único civil que -en esa época donde todos los gobiernos de América Latina eran presididos por dictadores militares- no fue desplazado por un régimen de fuerza, lo que igualmente facilitó el proceso de transición del régimen absolutista a la apertura liberal.
Balaguer habló en 1961 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y en su discurso afirmó que el país había vivido 30 años de terror y que él garantizaría la paz y la libertad en la nueva democracia dominicana. La oposición interpretó esta afirmación como pura retórica orientada a distanciarse de los Trujillo.
La promesa “Navidad con Libertad” de la Unión Cívica que auguraba la partida de la familia Trujillo y elecciones democráticas en el mes de diciembre de 1962, se transformó en un mensaje que generó el impulso de la corriente de opinión contra los remanentes de la dictadura.
La diferencia de propuestas entre los cívicos, que dirigía el doctor Viriato Fiallo y la de Balaguer, que se centraba en garantizar paz y libertad, dividió a la opinión pública.
La consigna “Navidad con Libertad”, que implicaba democracia como tema social, fue la idea que movilizó a la sociedad. Ésta configuró los contenidos mediáticos de periódicos, radio y junto a la conversación de la gente, logró captar la atención del público necesitado de información, lo que posteriormente generó, con las protestas de las calles, una crisis de gobernabilidad.
La opinión como medio que fundamenta la comunicación pública entre los ciudadanos, se presenta siempre en una forma nueva. Cuando un tema constituye interés de la gente, se debe a que momentáneamente una parte del público considera que ese asunto es más importante que el resto.
Actualmente una fuerte corriente de opinión estima que en el país hay corrupción. A la alimentación de la misma contribuyen las dificultades económicas de la clase media. Con el surgimiento de esa corriente de opinión anticorrupción, cuya matriz es el escándalo de Odebrecht, ha habido, entre otras manifestaciones e incertidumbres, una rotura con los medios más tradicionales de comunicación y aquellos que se alinearon a las instituciones de poder, avanzando la credibilidad hacia los medios digitales y las individualidades en las redes sociales.
Odebrecht se volvió paulatinamente fuente de atención de los debates que se generan en los diferentes espacios públicos. Se formó entonces un clima de opinión, una especie de fenómeno de contagio, ya que esa opción colectiva se extendió por toda la sociedad, impulsando su participación y construyendo así, una corriente de opinión mayoritaria.
Aquí hay consentimiento de un tema de interés social por parte de grupos diversos, lo que evidencia que la opinión pública surge de ideas encontradas, que cuando se armonizan, o una de ellas toma la delantera, hacen que la misma opinión la comparta mucha gente y entonces la convivencia de interacciones comunicacionales sobre el tema de interés colectivo trasciende.
Lo interesante es que normalmente esta corriente da a pie a otra corriente. La Unión Cívica, como movimiento social, aunque luego se convirtió en partido político, facilitó el nacimiento de otra nueva corriente de opinión que llevó al profesor Juan Bosch a la presidencia de la República.
Está latente que las críticas de periodistas y ciudadanos dieron lugar al movimiento social Marcha Verde. Utilizando principalmente las redes sociales, escritos y conversaciones en diferentes lugares, crearon la corriente de opinión contra la corrupción y la impunidad que ya lleva seis meses y no se sabe cuándo va a parar.
El comportamiento del público está influido por la percepción que se tiene del clima de opinión dominante. La atmósfera de la Marcha Verde está consolidada. Ahora comienza a demandar la investigación o afirmar la existencia de sobrevaluación de obras y financiamiento de campañas electorales con recursos de Odebrecht.
Mucha gente se moviliza con el sentimiento de que se establezca un equilibrio de poder entre los ciudadanos y sus representantes para que se tomen decisiones con transparencia. Pero la corriente de opinión nos está enviando un mensaje más contundente: que la forma de manejar el poder, empalmado con la discriminada participación y desigual distribución de los bienes del país, no es aceptable. Está agotada.
JPM