Pensamiento crítico: tan escaso como urgente
En medio de tanta saturación, con estímulos tan diversos y con tanta dificultad para gestionarlos, el pensamiento crítico se ha convertido en una necesidad con carácter de urgencia.
Desde mediados del siglo pasado, algunos estudiosos alcanzaron a ver que el exceso de información implicaría serias dificultades para mantener la atención. Y eso que ellos lograron predecir se ha vuelto la principal característica de las tres últimas décadas.
Por un lado, tenemos a gente que sigue creyendo que necesita enterarse de todo lo que anda circulando por ahí. Le ha resultado, hasta ahora, imposible percatarse de que eso es quimérico. Pero algo más triste: tampoco se ha enterado de que no hace falta enterarse de todo. De poco ha valido contarle que Sócrates, más de cuatrocientos años antes de Jesucristo, recomendó solo hacer caso a lo que sea cierto, útil y bueno.
Por otra parte, según algunos estudios, el uso intensivo de tecnologías digitales y la sobrecarga de información han provocado una drástica reducción del tiempo que una persona promedio es capaz de mantener fija su atención. Para 2015 era de ocho segundos. Algunas investigaciones dan cuenta de que sigue reduciéndose.
Como es fácil deducir, quien no logra mantener atención tendrá serias dificultades para entender y prácticamente imposibilidad para realizar conexiones complejas entre ideas, un aspecto clave del pensamiento crítico.
Estudios recientes han demostrado que la multitarea digital, tan común en entornos de alta estimulación, reduce la capacidad de memoria de trabajo y la habilidad para resolver problemas de manera efectiva. Y lo que es peor, esas reducciones se traducen en una mayor dificultad para analizar información de manera profunda y para considerar múltiples perspectivas antes de tomar decisiones.
¿Cómo ocurre todo esto? Sencillamente, plataformas digitales, redes sociales y servicios de streaming diseñan sus interfaces para maximizar el tiempo de uso, priorizando contenidos llamativos y emocionalmente impactantes sobre aquellos que requieren reflexión profunda. Así se fomenta el consumo pasivo de información, donde los usuarios tienden a aceptar mensajes sin cuestionar su veracidad o intencionalidad. Dicho de otro modo, se limita la capacidad de análisis crítico y se perpetúa una cultura de superficialidad informativa.
Una estudiosa y catedrática de Harvard, Shoshana Zuboff, refiere que la situación se empeora porque el capitalismo de la vigilancia se encarga de convertir los datos personales en mercancía. La labor, macabra por demás, es completada por grandes empresas tecnológicas que utilizan algoritmos para predecir y manipular comportamientos, reforzar sesgos cognitivos y polarizar a la sociedad.
Eso lleva a limitar la exposición de las personas a perspectivas diversas. Pero, todavía peor, también dificulta el diálogo constructivo y la resolución de problemas colectivos. En lugar de fomentar la colaboración, estas dinámicas promueven soluciones individuales, donde la gente busca respuestas inmediatas y personalizadas ante problemas colectivos.
¿Habrá algún “Chapulín” que se encargue? Para contrarrestar estos desafíos, es fundamental implementar estrategias que promuevan el pensamiento crítico desde múltiples ámbitos. En el campo educativo, por ejemplo, es necesario integrar metodologías que fomenten la reflexión y el análisis. ¿Lo están haciendo en nuestros centros educativos?
Urge trabajar en alfabetización mediática
Necesitamos aprender a identificar la información confiable y a reconocer técnicas de manipulación digital. Pero también necesitamos “bajarle un poco” a esa mala costumbre de reenviar todo lo que nos llega, muchas veces sin ni siquiera conocer su contenido.
Es crucial fomentar la colaboración y el pensamiento colectivo. Hay que recuperar las peñas. Necesitamos fomentar el intercambio intergeneracional. Hace falta que nos entrenemos con actividades orientadas a lograr soluciones colectivas y a reconocer la interdependencia social. Esas experiencias son vía ideal para fortalecer el pensamiento crítico, así como para promover conciencia colectiva y responsabilidad compartida.
Ojalá nos demos la oportunidad que encamina hacia una sociedad mejor informada, más consciente y más equitativa.
JPM
La religion y el pensamiento crítico, son incompatibles.
Excelente reflexión!, y que penoso resulta el que menos del uno por ciento de los dominicanos conoce el concepto de lo que es el pensamiento crítico.
El pensamiento crítico es lo que más nos acerca a entender lo lógico y lo ilógico; por ende nos hace entender que como humanos no hemos podido dar respuesta a preguntas como:cuando y donde comenzó el universo,es finito o infinito. Si nuestras acciones obedecienran a los mandatos del PC; el planeta tierra sería un paraíso.