Combatir la corrupción desde las empresas
Sería ingenuo pensar que hay un solo motivo por el cual existe corrupción en el sector público, sino que, más bien, se trata de una suma de factores que inciden directa e indirectamente en el surgimiento de ese flagelo.
La falta de valores éticos y la ausencia de mecanismos de control en las empresas privadas son también percibidos por muchos como facilitadores del problema.
Ahora bien, hay que tener claro que la corrupción es un problema transversal, por lo que lo que ocurre en el sector público no puede entenderse sin analizar también al sector privado.
La corrupción en el sector privado ha aumentado en los últimos años porque la corrupción en general ha aumentado. Si el Estado fuese más eficiente y si la justicia funcionase mejor, la corrupción privada habría disminuido.
Sin embargo, si bien existe una relación directa entre la corrupción pública y la privada, la primera no puede ser entendida como la causa única de la segunda.
Pero antes de analizar qué pueden hacer los empresarios para reducir la corrupción, me parece importante subrayar que el papel del sector público es primordial, pero no es suficiente.
La aceptación de la corrupción como un hecho normal o cotidiano por parte de los empresarios, o siquiera no tan condenable, es el motivo principal por el que hoy no somos capaces de hacer más por enfrentarla.
El hecho de que alguien quiera emplear influencias o acelerar trámites y que exista una autoridad que le permita hacerlo a cambio de dinero, no es motivo suficiente para que haya corrupción, se precisa de la incidencia y protagonismo del sector privado.
Para luchar contra la corrupción en el sector privado se requiere de sus principales actores. Para lograrlo, resulta necesario la adopción de programas anticorrupción que se discutan desde los directorios.
Estos programas deberían comenzar por definir qué se entiende por corrupción y qué actos comprende, para luego extender esa información a toda empresa y hacer responsables a todos sus miembros. Además, deben establecerse canales de denuncias anónimas que lleguen a un tercero.
El liderazgo también juega un rol importante. Si varias empresas líderes empiezan a ser públicamente más exigentes en sus estándares anticorrupción, esto podría influenciar favorablemente en la lucha contra la corrupción.
Para que exista una conducta ética en el sector privado es necesario mejorar los sistemas de contratación para protegerlo del asedio de los corruptos y fortalecer el sistema de control interno empresarial que sirva de freno a las prácticas ilícitas.
Es necesario celebrar pactos de colaboración entre los sectores público, privado, la academia y sociedad civil para que, a través de acciones consensuadas, se adelanten acciones encaminadas a combatir la corrupción y se respeten los compromisos de probidad, transparencia y respeto.
Conviene prevenir la injerencia del sector privado en las campañas políticas, haciéndose necesario implementar procesos de inspección, control y vigilancia, para evitar que ingresen dineros fraudulentos, que generen en el futuro ciertos favoritismos a los financistas.
No es de sabios poder apreciar que una empresa haga importantes donaciones a los partidos políticos enmascaradas en las formas más diversas, sin obtener nada a cambio. Este argumento, utilizado con frecuencia, es moral y éticamente condenable.
Las empresas privadas pueden combatir la corrupción a través de políticas y acciones que promuevan la ética y la transparencia.
Algunas medidas que se pueden tomar para combatir la corrupción son:
Establecer políticas claras contra la corrupción y el soborno. Definir límites para la entrega y aceptación de regalos y hospitalidad. Promover una cultura de integridad y ética. Capacitar a los empleados en deontología. Establecer canales de denuncias anónimas
Realizar auditorías internas y externas. Seleccionar socios comerciales que compartan los valores de la empresa. Imponer sanciones severas para disuadir la corrupción. Colaborar con otros actores para combatir la corrupción a nivel global.
La corrupción es un problema que afecta a la sociedad y al sistema económico. Para combatirla, es necesario un compromiso decidido con la transparencia y la responsabilidad. La enorme y continua lucha contra la corrupción requiere una acción selectiva, sostenida y colectiva.
Juntos, debemos defender las prácticas comerciales éticas en todas las operaciones comerciales, incluso a través de entidades asociadas y cadenas de suministro, y en las comunidades a las que servimos.
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