Por una democracia más representativa

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EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo

La democracia, ese noble ideal que busca que el poder político emane del pueblo y para el pueblo, se erige como faro de esperanza en el horizonte de toda nación. Es el voto, esa pequeña papeleta cargada de poder, la que otorga legitimidad a aquellos elegidos para dirigir los destinos de una sociedad. Desde el presidente de la República hasta los regidores municipales, cada cargo electo es una promesa de representación para el ciudadano común y corriente.

En el fulgor de la democracia representativa, se confía en que aquellos que han sido elegidos para ocupar el poder recuerden siempre que su mandato es un acto de servicio hacia cada individuo que depositó su confianza en ellos. Sin embargo, lamentablemente, en ocasiones, los elegidos olvidan que representan no solo a quienes los apoyaron en las urnas, sino a toda una comunidad que clama por ser escuchada y atendida.

En el seno de una auténtica democracia, cada voto cuenta, y cada partido político merece su cuota de participación en la gestión del Estado, de acuerdo con el respaldo obtenido en las elecciones. Este equilibrio entre las fuerzas políticas no solo garantiza la gobernabilidad, sino que también promueve la equidad en la representación del pueblo. No obstante, la realidad dista de esta idealización.

La mayoría del voto justifica la legitimidad democrática. El poder del voto es el que justifica la democracia, cuando en una población de 10,6 millones de votantes y los que tienen derecho al voto son 8,1 millones de personas, en las elecciones debieran votar el 51% de la población (5,355,000) y el partido que gane debe obtener el 50% más 1 voto o sea 2,677,501 votos. Hasta ahora ningún partido está alcanzando esa mayoría. Quieres lograrlo, levántate y ve a votar. Es tu derecho.

En el Congreso y en los municipios, los cargos deberían asignarse en proporción a la fuerza electoral de cada partido, asegurando así una distribución justa del poder y fomentando una participación política más inclusiva. Esta es la senda que debemos transitar si aspiramos a erigir una democracia más pura y participativa, donde el antagonismo entre partidos políticos ceda paso a un diálogo constructivo en aras del bien común.

Es imperativo construir una nueva democracia donde el poder representativo adquiera verdadero significado, donde cada voto sea un acto de soberanía ciudadana y donde la participación política sea un derecho inalienable de cada individuo. La clave radica en distribuir el poder de manera equitativa, reflejando así la voluntad popular expresada en las urnas y dando lugar a una nueva era de gobernanza legítima y responsable.

Sin embargo, nos enfrentamos a un desafío en la dinámica del cambio social: la necesidad de reformar las reglas y leyes que rigen nuestra convivencia. La legitimidad democrática reside en la mayoría del voto, y es el ejercicio de este derecho el que justifica la existencia misma de la democracia. Cuando una minoría gobierna sobre la mayoría, o cuando se excluye a los ciudadanos de los procesos políticos, nos adentramos peligrosamente en el territorio de la oligarquía y la posible plutocracia, semillas fértiles para el surgimiento de dictaduras.

La distancia entre la democracia representativa que anhelamos y la realidad que enfrentamos es abismal. Desde que se alzan las voces en campaña prometiendo un gobierno para todos, hasta que se ocupan los cargos, parece que el compromiso con la representación del pueblo se desvanece en el olvido. Es tiempo de que la democracia evolucione, de que se convierta en un espacio inclusivo y respetuoso, donde cada ciudadano sea legítimamente representado.

He esperado largo tiempo un cambio en el ejercicio de nuestra democracia representativa, y las canas han comenzado a asomarse en mi cabello mientras aguardo. Anhelo una democracia participativa, incluyente y respetuosa, donde los partidos políticos sean vehículos de expresión ciudadana y donde cada voto cuente, asegurando así un gobierno legítimo y representativo para todos.

Te invito a participar en las elecciones del 19 de mayo del 2024 y a ejercer tu derecho al voto. Con cada papeleta depositada en la urna, contribuirás a forjar el futuro de nuestra nación, apostando por una sociedad más participativa, inclusiva y democrática.

of-am

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