OPINION: Peligro de acidia en el PLD

No he podido encontrar razones o causas de carácter ideológico en la crisis que afecta al Partido de la Liberación Dominicana, ni aun lo que se refiere a la defensa a la Constitución, porque  ese ese puede ser un motivo de carácter  político, que no debería presentarse como un asunto de vida o muerte, aunque sea objeto de controversia.

Es obvio que en el PLD se escenifica una lucha por  el Poder, que un sector procura retener y el otro reconquistar, pero esa contradicción, que no debería ser de principio, sino episódica o coyuntural, ha sido mal encaminada por las partes confrontadas, que confunden sus respectivos deseos con la realidad objetiva.

Cada  cuatro años, la Carta Sustantiva  manda a celebrar elecciones  generales para   que los ciudadanos escojan de manera directa a  sus autoridades en todos los niveles electivos, pero con frecuencia  se plantea el incidente relacionado con la repostulacion presidencial.

La mejor manera de tratar ese tema es, en el caso del PLD, represarlo a su condición de conflicto político, no jurídico, porque  una posible modificación  constitucional para habilitar la reelección no sería ilegal si se cumple con el protocolo  que señala la propia Carta Sustantiva.

Lo que se debatiría entonces serían las consecuencias buenas o malas de esa posible iniciativa, incluso si conviene o no para la salud del propio espacio democrático, pero ese tema carece de arraigo para convertirlo en una contradicción fundamental dentro del partido de gobierno.

La Unidad del Partido y la consecución de  sus ideales primigenios deberían estar por encima de los intereses sectoriales o individuales, incluso de su liderazgo mayor, pero  el temor que prevalece  es que  la irracionalidad imperante  lo conduzca al despeñadero.

En vez de contradicciones ideológicas, lo que parece prevalecer el PLD es  una situación  de acidia, un vicio capital que promueve  que  su militancia se aleje de lo que realmente  es saludable y conveniente para el Partido, que a su vez puede engendrar  otros vicios como la pusilanimidad, indolencia, desesperación, rencor, malicia y, finalmente la división y la derrota.

Es importante señalar que la acidia (“Al mediodía de la vida, la acidia asedia al hombre”), es un tipo especial de tristeza “que echa raíces y tiende a crecer”, un malestar “vago y confuso, pero real, que tiene su centro de gravedad en la esfera intelectual y espiritual”.

La acidia es una forma de tristeza crónica que puede anidar  en un organismo relativamente  sano, como sería el PLD con su secuela de desesperanza,  división y extravío de los  senderos que conducen al bien común. Ojala que el partido de Juan Bosch no llegue a contraer esa enfermedad incurable.

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