Origen de la palabra maricón

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EL AUTOR es médico y abogado. Reside en Santo Domingo

Desde muy antiguo en la Era Cristiana se acostumbró a dar el nombre de María a las niñas. Se entendía que ese nombre representaba un privilegio que se adelantaba a predecir que serían mujeres virtuosas, porque estarían conscientes de que fue el nombre que llevó la madre de Jesús y debían honrarlo, como lo hizo aquella joven que fue bendita entre todas las mujeres y por ello escogida para llevar en su vientre a Dios hecho hombre.

Eran tan numerosas las Marías en la España del siglo XVI, que para poder distinguirlas unas de otras se hizo necesario agregar un segundo nombre que sirviera como distintivo. Así surgieron las María Cristina, María Helena, María José, María Marcela, etc., lo que facilitaba la individualización de cada una de ellas. Otros padres, para simplificar el asunto sin dejar de llamar a sus hijas María, optaron por colocar otro nombre previo al María, surgiendo así las Ana María, Sol María, Violeta María, etc.

Así las cosas, el nombre de María fue relacionado con el sexo femenino y como de María deriva el nombre mariposa, a la palabra María se le asoció con la belleza y delicadeza de una mariposa. Pero resulta que, tiempo después, entre otras razones, para diferenciar a las muchas niñas llamadas María, nomás, se recurrió al uso de sobrenombres relacionados con María. De ese modo surgieron Marica, Maruca y Mariquita.

No obstante la relación del nombre María, y subsiguientemente Marica, Maruca y Mariquita con el género femenino, con la idea de que fueran igualmente bendecidos, algunos padres dieron el nombre de María a sus hijos varones, precedido de un nombre masculino, surgiendo así los Jesús María, Pedro María, Franklyn María, etc.

Esta costumbre de utilizar María como segundo nombre en un hombre llevó a que los hombres cuyo segundo nombre era María fuesen llamados Maricos. Más adelante, el escritor Alemán, Mateo (1599), en su obra Vida del pícaro Guzmán de Alfarache, utiliza por primera vez la palabra maricón, refiriéndola como sinónimo de hombre afeminado. Esto seguramente se debió a que para entonces se utilizaba la palabra maricón para el hombre que se inclinaba a hacer cosas de mujer y era considerado afeminado.

Como contraparte a esta costumbre se comenzó a llamar marimacho a las mujeres independientes, briosas, desenvueltas, que no requerían la ayuda del hombre para nada físico o que mostraban tendencia a vestir como hombres y a realizar tareas consideradas propias del género masculino.

En ningún caso se utilizaban los términos maricón y marimacho en forma despectiva. Todavía en el 1800 para la RAE la designación de homosexual era sodomita. Se afirma que fue en Lima donde por primera vez se utilizó la palabra maricón para “una persona que sustituye a las mujeres en sus ocupaciones y en el sexo con actos impúdicos”.

En RD

En nuestro país la mayoría de las veces no se usan las palabras maricón y marimacho en sentido peyorativo y vejatorio, sino como un simple decir por costumbre y quizá para llamar la atención de manera sutil a un hombre o una mujer por asumir posturas más propias del sexo opuesto.

Así, por ejemplo, si a un hombre le causa temor que le apliquen una inyección, se le dice “déjate de eso, no seas maricón” y, asimismo, cuando una mujer es independiente y desenvuelta se comenta que es una marimacho, por la idea ancestral de que la mujer es sutil y frágil.

A mi entender, tanto una palabra como la otra deberán ir desapareciendo de nuestro habla cotidiano. Ninguna de las dos se aplica a los tiempos modernos, donde ambos sexos han invadido actividades consideradas antes propias de un sexo.

Hoy en día, por ejemplo, la mayoría de los chef son hombres y hay más mujeres cirujanas que hombres. También hoy se observan mujeres manejando autobuses, trenes, camiones de carga, piloteando aviones, etc., y hombres que se ocupan de las labores de la casa, mientras las mujeres son las que trabajan.

Lo de la preferencia sexual es otra cosa que ha ido evolucionando y seguramente seguirá evolucionando con el modernismo, los cambios de costumbre, el avance de la ciencia y otras muchas variables influyentes, pero que en todo caso es algo muy personal en cada individuo y evidencia una manifestación de la autonomía de la voluntad, que merece ser respetada.

jpm-am

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