Odalís Pérez: planetario al cuadrado

 

 

Conozco a Odalís desde que él era un inquieto adolescente. Vínculos fraternos unen nuestras familias. Lo vi crecer intelectualmente. Siempre pensé que ese árbol de conocimiento sería enorme, pero no imaginé que en el ámbito de la literatura podía producir frutos de tan variados y diversos sabores.

 

Se recuerda su participación en los concursos estudiantiles de escritura. Los profesores se impresionaron al verlo jugar trompo o volar chichigua con las palabras. “Era increíble leer aquellos trabajos, le suelta hilo y más hilo a su chichigua inspiradora, y cuando la chichigua del poema le hace una vuelta rápida, entonces la suelta para que se estrelle o se pierda tomando altura”. Reseña uno de sus maestros en el liceo Manuel María Valencia.

 

Aquel poeta, todavía en pantalones cortos, llenó páginas de los suplementos culturales de los periódicos. El vate también lanzaba versos con su tirapiedras. Se le apreció insurrecto, lo vieron romper cristales con sus verbos y disparar adjetivos con una gomita, como si fueran cáscaras de naranja. No aprendió a “jugar al escondite” porque nunca gustó de disfrazar su prosa y mucho menos a dejarla en la oscuridad.

Doctor Odalís G. Pérez.
Doctor Odalís G. Pérez.

 

Aunque escribe con su mano derecha, nació de izquierda al cuadrado. Por eso sin ser el Che, Fidel ni Caamaño, ha hecho un foco guerrillero con su poesía revolucionaria. Muchas veces creo que todavía anda con hermosos poemas en su mochila. ¿Cuándo bajará Odalís Pérez de su montaña? Me gustaría que descienda despacio como Zaratustra, justo a la salida del sol.

 

Cuando se marchó a estudiar para Europa dejó un vacío en San Cristóbal. “Se nos fue el director teatral y el declamador formidable”, solíamos decir sus ya numerosos admiradores. La biblioteca municipal sintió su ausencia durante años. Su regreso fue silencioso pero todo el pueblo se enteró, y más sus ex compañeros de la sala pública de lectura, que corrieron como hormigas a escuchar a este turrón de azúcar acabado de llegar del viejo continente. “Doctor en Semiótica”, fue un título extraño para sus “malcomios” seguidores. No puedo olvidar que todos nos miramos y a coro preguntamos, ¿se-mi…qué?

 

Odalís Pérez2 es un genio. Y lo es porque constituye un hombre que vive al cuadrado, por la potencia elevada de su esfuerzo diario de tomar sin copa, pegado al envase, todo el contenido de un líquido llamado “sabiduría”. No respira al beber, se traga las letras, y cuando se atora con párrafos gruesos, no tose. Así evita que salga de su boca un pedazo de buena prosa.

 

Odalís es un hombre al cuadrado. Cualquier persona puede amar la lectura, él la ama dos veces. El hábito de leer pudiera ser normal en un humano, el señor Pérez va más allá del hábito, es un adicto. Su vicio por los libros supera la fuerza que impulsa a un ludópata a jugar y jugar hasta perderlo todo. Dicen los sicólogos que nada tiene una cura de mayor dificultad como la ludopatía. Los juegos de azar incurables de Odalís son los libros, los que lee y los que escribe.

 

Es un lector de lectores. Como fueron algunos de sus biografiados: Pedro y Max Henríquez Ureña, Balaguer, Bosch, entre otros. Sus ojos deben ser el record Güinness, no registrado, de la persona con mayor cantidad de horas dedicadas a la lectura. Odalís es un verdadero monstruo devorador, un chimpancé salido del zoológico con biblioteca. Ha sabido cambiar bananas por libros y se los ha comido con todo y cáscara, sin dejar nada.

 

Regularmente cuando termino de leer un texto suelo llamar a Odalís para pavonear, pero me mata la ilusión y el entusiasmo propio de un aprendiz. “Me lo leí hace años”. Para luego recitarme parte del contenido, o señalarme los detalles de las ediciones del mismo. Odalís Pérez es un lector al cuadrado, competir con él es imposible. Lo nuestro es gota a gota, lo de Odalís es a chorro.

 

Y como este intelectual es al cuadrado, sus obras también. “No entiendo su poesía”, con frecuencia escucho esta expresión. Con el tiempo he comprendido que su poesía es igualmente elevada a la segunda potencia: poesía de la poesía.  Su vida es así: doctor doctor, filólogo filólogo, semiótico semiótico, profesor profesor, crítico crítico, y por supuesto, poeta poeta. Ya lo expresé: Odalís Pérez es un intelectual al cuadrado.

 

Muchos apenas penetran al inmenso templo del arte, Odalís ha recorrido los rincones de esta magna estructura. Sale del cuarto del teatro y entra al del cine, la música o la danza. Son tantos los años que lleva en ese templo sagrado que es más que un hombre arte. El señor Pérez, vestido con la sotana de los sacerdotes de la estética, recuerda a los dioses del Olimpo.

 

El jueves 22 de junio asistí a la puesta en circulación de su libro de poesía “Planetario”. Escuché la recitación de sus versos. Viajé con la nave de mi ensueño por la Vía Láctea de su mundo fascinante, y descubrí que este hombre al cuadrado, es más que un planetario. Odalís Pérez, es sencillamente universal.

leonelmartinez3000@gmail.com

JPM

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