Nueva York modifica sus buzones para impedir el robo de cartas

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NUEVA YORK.- Una vez un fiscal hizo un comentario de pasillo. En tono cargado de ironía, apuntó la difícil tarea que supone ir detrás de los delincuentes. “Nosotros somos pocos y ellos muchos y siempre imaginando nuevas trampas y astucias”.

Esto lo dijo en la época preinternet, cuando la criminalidad se expresaba por lo mundanal y no en espacio etéreo del territorio digital. También parece de otra era la iniciativa antirrobos que ha emprendido el servicio postal estadounidense en Nueva York.

El otro día un hombre de cierta edad fue a depositar un sobre en uno de esos buzones azules instalados en las calles. Esto sucedió al oeste de Manhattan. El hombre estaba sorprendido. Constató que había desaparecido la empuñadura con la que se abría la tapa. De hecho, no había ni tapa. Otra persona le indicó que ahora sólo hay una rendija por la que meter el sobre.

 

 

“Las han quitado porque permitían robar los objetos depositados en el interior”, le aclaró. Lo cierto es que, en alguna ocasión y en algún buzón en concreto, los operarios del servicio postal habían puesto carteles: “No envíen cheques que no sean nominales”, requerían a los usuarios.

A pesar de las domiciliaciones bancarias o de los pagos online, o de la derrota del cash frente al dinero de plástico en la sociedad de EE.UU. todavía tiene gran tirada pagar con talones, por mucho que parezca de otra era.

En esos buzones luce un cartel amarillo, donde se lee, en inglés y español, la siguiente leyenda, literalmente: “Si usted ve alguna persona manipulando esta caja de colección, haga el favor de notificar al Servicio de Inspección Postal de Estados Unidos”.

El cambio en el diseño no es gratuito. Si ha desaparecido la tapadera se debe a una iniciativa para acabar con esa pequeña delincuencia extraordinariamente simple pero efectiva de manera desesperante.

El pasado año se reportaron 3.000 incidentes de mail fishing, o pesca en el correo, una cifra superior a los 2.800 del 2017. Y la cosa tenía todo el aspecto de ir a más, puesto que hasta este marzo ya se habían contabilizado 1.352 incidentes.

 

 

Siempre hay alguien, como decía aquel fiscal, con nuevas ideas. Esta pesca, casi siempre nocturna, consistía en lanzar una cuerda que llevaba atada una trampa para ratones o botellas recubiertas con cola. Como un imán, este cebo atraía las cartas y, al tirar del hilo, llegaban a manos que no eran las de su destinatario. Las capturas que perseguían eran esos talones al portador, o tarjetas de regalo o dinero en efectivo. También les servía para robar identidades que les facilitaran cometer fraudes bancarios.

Por lo general actuaban ladrones solitarios, aunque la policía neoyorquina detectó también y desarticuló algunas bandas organizadas que se dedicaba a estas operaciones.

Unos 7.000 buzones han sido modificados, o están en camino de serlo, en la ciudad de Nueva York y en otros lugares del estado y de Nueva Jersey. Aunque no existe un plan de actualizarlos a nivel nacional, la medida se adoptará además en los estados de Connecticut y Massachusetts.

Todos los buzones del Bronx, distrito en el que se data el origen de esta pesca, han sido renovados, mientras que la operación en Manhattan se concluirá este verano. Los de Brooklyn, Queens y Staten Island se van reemplazando de una forma más pausada. “Es una medida de seguridad, como en cualquier otra cosa. Hace veinte años tal vez no cerrabas la puerta de tu casa o de tu coche, pero los tiempos han cambiado y nosotros hemos de cambiar”, aseguró Donna Harris, portavoz del servicio de inspección, a The New York Times.

 

 

La novedad impide que se puedan depositar pequeños paquetes, como ocurría antes. El peso máximo que se acepta ahora son trece onzas o 368 gramos.

La rendija también cuenta con un mecanismo especial que atrapa las cartas. La portavoz no quiso desvelar cómo funciona ese mecanismo. Para no dar ideas.

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