«Magic in the Moonlight»: Woody Allen sin magia

Después de ver «Magic In the Moonlight», ahora sé lo que se siente ver una película a punta de pistola, porque Woody Allen aferra la película a la fanfarronería de la espiritualidad, la pseudociencia y la filosofía barata con un resultado liliputiense y empalagoso que aburre más de lo que expone.

Pero para el colmo, lo hace disparando balas de pesadez que salen de un guion que, como ya sabemos usualmente, él mismo escribió. Por lo que no es coincidencia que el comportamiento neurótico y cínico de Stanley Crawford (Colin Firth) se asemeje al Woody Allen que actuaba en sus propias películas.

O sea, Stanley Crawford es un ilusionista dotado de una verborrea intelectual con excesos de confianza y sarcasmo bajo su propia inseguridad. Su escepticismo sobre la naturaleza de la realidad lo lleva a cuestionar el existencialismo y, claro, los misterios envueltos, incluyendo el ocultismo paranormal.

Sin embargo, un día, su amigo, Howard Burkan (Simon McBurney), le invita a visitar la casa de una adinerada familia americana que ha sido invadida por una mística clarividente llamada Sophie (Emma Stone), y le propone desenmascararla para ver si es verdad o no lo que está pregonando con su actividad paranormal.

Aunque eso parezca una chispa interesante, su guion carece de magia, con unos diálogos que no dicen nada; porque el argumento perdura demasiado para argüir lo que sucede con las incógnitas de la analogía de la creencia y la incertidumbre del ser.

Es decir, despierta curiosidad con sus ideas, para luego dejarnos en el aire con estos personajes insustanciales. No hay química alguna en las actuaciones de Emma Stone y Colin Firth; son pobres. En las escenas todo se nota muy superficial para ambientarse en los años 20′. Ellos llegan, se van, vuelven, están ahí, y así forman el desvarío por aquí.

Por eso, aun teniendo una buena fotografía de Darius Khondji, se puede vaticinar fácilmente. De hecho, esta comedia romántica, tan hastiada y ajada como se ve, parece una telenovela de Televisa mezclada con una historia inepta, de esas que hemos visto miles de veces al estilo de Hollywood.

Tal es así que para el tiempo que llegó su desenlace, la falta de contextura y desarrollo me hicieron olvidar que estaba viendo una película con algún discernimiento. Y es raro decirlo, pero el Sr. Allen me disparó viendo «Magic in the Moonlight», y no necesitó ser un médium para sentirlo, lo sentí con su inverosimilitud.

jpm
EL AUTOR es critico de cine. Reside en Santo Domingo.
EL AUTOR es critico de cine. Reside en Santo Domingo.
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