Los paraguayos son suicidas
Una de las obras literarias de la sociología política latinoamericana más impresionantes es “Yo el Supremo”, un análisis histórico y social sobre la conducta de un gobernante paraguayo de comienzos y mediados del siglo XIX, el dictador Gaspar Rodríguez de Francia, probablemente la personalidad más relevante en lo que al manejo del poder se refiere, de ese país sudamericano.
Leer la obra de Augusto Roa Bastos es conocer una sociedad que en términos de movilidad política se mantiene anclada en el tiempo del “dictador perpetuo”.
El largo reinado del doctor Francia sería superado en el siglo XX por el dictador Alfredo Strossner (1954-1989), en cuya tiranía se cometieron todas las barbaridades y violaciones de los derechos humanos que son casi consustanciales a esos regímenes de fuerza.
El derrocamiento de Stroessner no supuso un cambio de rumbo de la política paraguaya, sino que se ha entronizado una suerte de “stroenismo sin Stroessner”, expresado en la corrupción gubernamental, los fraudes electorales y la acentuación de la pobreza.
A pesar del prolongado ejercicio del Partido Colorado, que en los últimos 70 años apenas ha tenido ligeros recesos en la conducción del poder político, Paraguay es una sociedad profundamente desigual, una de las más desbalanceadas, social y económicamente, de la región.
Sin embargo, los votantes paraguayos volvieron a elegir un candidato de ese partido que no les ha resuelto ni medianamente sus principales dificultades.
Es cierto que el candidato ganador—Santiago Peña—es un joven sin vinculación directa con el crimen y la corrupción del coloradismo.
Sin embargo, su padrino político, el expresidente Horacio Cartes, es un truhan en cuyo Gobierno se cometidos escandalosos actos dolosos, al punto que Estados Unidos lo tiene señalado como un importante patrocinador del narcotráfico desde su administración, razón por la cual tiene casos pendientes de afrontar en la justicia estadounidense.
Algunos ex gobernantes colorados se encuentran prófugos de la justicia de su propio país, en tanto que otros han sido seriamente cuestionados a nivel interno, sin llegar a los tribunales, debido precisamente a la hegemonía del partido en todos los instrumentos del Estado paraguayo.
Cabe recordar que un importantísimo jefe militar y líder colorado—el general Lino César Oviedo—fue señalado como autor intelectual del asesinato del vicepresidente, Luis María Argaña, en 1999, por no ser de su grupo interno.
¿Qué lleva a los votantes a mantener la preferencia electoral hacia una organización política con la historia de opacidad que caracteriza al Partido Colorado?
El clientelismo es fundamental, el cual se manifiesta en una masiva compra de votos y la manipulación favorable del sistema electoral, lo cual ha sido documentado por diversas organizaciones opositoras y de la sociedad.
jpm-am
Los paraguayos son pariguayos. Sopla!
Pués que sufran las consecuencias.El ser humano se acostumbra hasta al dolor .
En Italia,dónde el Socialismo aún tiene fuerza, recién subió al Poder una dama derechista extra conservadora,en Hungría Victor Orban de extrema derecha gobierna hace varios periodos,en la Francia Liberal,Marie Le Pen es siempre opción de Poder,Polonia,etc.La extrema derecha va trinfando ( Trump lidera encuestas entre Republicanos),porque izquierdistas y liberales,no satisfacen las expectativas.
En Paraguay el voto es obligatorio hace 30 años, aunque fue ahora que se implementó, no votar implica una multa de 13.70 dólares, en ese pais aun se mantiene el síndrome de la dictadura de derecha, sigue el partido colorado, en esta elecciones parte de la oposición cuestionó los resultado de las elecciones otra dice que fue transparente, está claro que el candidato del gobierno impuso la compra de votos y la manipulación, la ultraderecha gano.
Con razon no dejamos de ser republicas bananeras.Pobres paraguayos!