Los líos del PRD

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Los perredeístas son bellacos por naturaleza y los periodistas malucos por antonomasia… Unos hacen maldades para que los otros las cuenten. Y de cada evento salen mil historias que se quedan como parte del anecdotario político dominicano. Lo del domingo no es nada nuevo. ¿En cuál convención perredeísta no ha ocurrido lo mismo? Esta vez, por lo menos, no hubo heridos de bala. A lo sumo, unos cuantos contusos. Los periodistas cuentan las historias de esos bochinches del PRD como si se tratara de cuentos de camino. Y vienen desde tiempo inmemorial, desde los inicios mismos de ese partido en el año 1939… En su primera reunión “constitutiva” de La Habana, cuentan de un ¡coño! que echó “Don Cotú” (Cotubanamá Henríquez) por una disparidad de criterio con Mon Castillo que provocó un claro en el salón… “Hasta don Juan se puso pánfiro por aquel exabrupto de un hombre tan sobrio como Cotú…”, me contó Ángel Miolán en una histórica entrevista para el Listín unos meses antes de morir. “… Ay, mi hijo… en el PRD sólo tienen que juntarse cinco para que se arme el lío… Esa es parte de nuestra propia historia”. ¡POR SUS HIJOS…! La voz nasal de Pedro Franco Badía es todavía imitada como cachondeo cuando se juntan más de tres periodistas así sea en un salón funerari ¡Por sus hijos… bajen las armas… Sus madres no los perdonarán…!”, gritaba el exsíndico de la capital debajo de una mesa del Concorde mientras sonaban las ametralladoras cuando se contaban los votos que habría de escoger entre Peña y Majluta como candidato en 1986. Los comandantes Lilito Barahona, detrás de un M-16, y Arturo Pujols, con su AR-15 heredados ambos de la Revolución, ni caso hacían en su fiera defensa de un triunfo peñagomista que nunca existió, para frustrar el conteo que empezaba ya a favorecer a Majluta. En esos incidentes no hubo heridos de bala, pero sí veintenas de contusos que cayeron atropellados mientras huían despavoridos desde que sonó el primer disparo, como ocurre siempre entre los perredeístas de todos los tiempos. Las imágenes de la época registran el caos que provocó aquel lío, a tal grado que el propietario del hotel, don Roberto Prats, cuantificó los daños en casi tres millones de pesos de la época. Mesas y sillas volaron por los aires, alguna cristalería se vino abajo y varias lámparas de techo fueron alcanzadas por los disparos, mientras mozos, empleados del hotel, delegados políticos y “contadores de votos” gritaban y buscaban protección. Y a algunos huéspedes del hotel todavía los están esperando para entregarles sus maletas y que salden sus cuentas… Y EL DOMINGO…LO MISMO El despelote del domingo comenzó cuando un guachimán nervioso disparó con su escopeta al aire a pesar de que se había despejado ya el molote que se armó en la entrada con la llegada de Guido Gómez Mazara. La balacera atrapó de nuevo a Franco Badía adentro como miembro del equipo de Miguel Vargas Maldonado, y aunque otra vez buscó resguardo debajo de la mesa, esta vez nadie atestigua haber escuchado su voz nasal… El más guapo de todos los acompañantes de Guido –un señor gordito que insistía en ingresar a la mala al local–, cayó redondo con los primeros disparos… ¡Todos pensaron lo peor! Gracias a Dios fue sólo un desmayo que resolvió un paramédico del 911… Aunque debió cubrirse la nariz.

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