Le di las gracias a Felucho…

Al Lic. Félix Jiménez –Felucho-, quien estuvo hace poco en Washington DC, le di las gracias por haber sido el único dirigente de alto nivel del partido que dijo, a todo pulmón, “…en Washington fue el único sitio donde se ganó”. Y no podía hacer menos, pues ha sido el único reconocimiento público a un esfuerzo partidario de un organismo seccional –el de la seccional de PLD-Washington DC- que, ni a pesar de haber marcado la diferencia (ganando su extensísima plaza política-electoral: Washington DC, Maryland, Virginia, North-Carolina, Luisiana y Chicago), ha recibido, siquiera, un llamado de cortesía. O, por lo menos, y como escribió un reportero, por haber “salvado el honor…” en la pasadas elecciones (mayo-2016).
 
Y aunque el reconocimiento de Felucho Jiménez (por el cual les reiteramos las gracias), prácticamente se perdió en el olvido, en su momento -y todavía-, retumba en nuestros oídos, recordándonos lo que alguien ya dijo: “en política importa más los amigos que los méritos”. O lo que el propio fundador y líder histórico del PLD escribió: “El chisme, debido a su naturaleza mentirosa, es siempre el germen de una calumnia”.
 
Sin embargo, nosotros seguimos creyendo en los méritos y en la trayectoria como valores relevantes a la hora de ejercitar la actividad política y adjudicar responsabilidades políticas-electorales, pues los ejemplos de partidos políticos que olvidaron su base de sustentación partidaria (a sus cuadros de bases, medios y técnicos) para abrazar a actores políticos de coyunturas y de horas de poder, están ahí, desplazados y desacreditados. En otras palabras, listos y servidos, o peor, enjuiciados y al filo de la hoguera de la historia.
 
Cierto que a la política no se debe ir a buscar cargos ni prebendas, pero tampoco somos ciegos para no ver cuando los advenedizos (o los “amigos”) llegan, calladitos, a ocupar espacios que no se  ganaron ni siquiera yendo a votar, no digo ya –como ha sucedido muchas veces- haciéndonos –en la lucha política-electoral- la contraria. O peor, burlándose en nuestras propias narices. ¡Así no!
 
Finalmente, hay algo que jamás un partido político -en el poder- debe olvidar: que las luces y las sombras, ambas les pertenecen, sin importar quienes hayan sido sus protagonistas: si sus hijos legítimos, o los allegados de ocasión…
 
Igual, el descrédito o la gloria, siempre será suya.
JPM
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