En duda, confesión de presunto asesino

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NUEVA YORK.- En horas de declaraciones videograbadas, el sospechoso de asesinato Pedro Hernández admite haber ahorcado y matado al niño de seis años Etan Patz en 1979, antes de deshacerse de su cadáver, pero el abogado del hombre sostiene que todo es falso.
Su cliente, de 53 años, tiene antecedentes de enfermedad mental y un coeficiente intelectual que equivale al de una persona con discapacidad mental. Los expertos dicen que eso podría hacerle más propenso a confesar falsamente.
Un juez de Manhattan sopesa si la confesión puede ser utilizada como prueba en uno de los casos de niños desaparecidos más notorios de Estados Unidos.
Nunca se encontró el cadáver del menor, que sigue siendo un símbolo de estos casos angustiosos. El 25 de mayo, la fecha de su desaparición, es el Día Nacional de los Niños Desaparecidos.
Los fiscales han admitido que no hay evidencia física del crimen, a pesar de búsquedas repetidas en su casa y la zona en la que dijo que ocurrió el homicidio. Hasta que el nombre de Hernández salió a la luz, un pederasta convicto era considerado ampliamente como el sospechoso principal del asesinato.
Sin embargo, los fiscales insisten en usar la confesión como válida.
Las confesiones falsas son difíciles de cuantificar, pero ocurren. Alrededor del 15 al 25% de las exoneraciones conocidas comenzaron con una de ellas, según Allison Redlich, profesora en la Facultad de Justicia Penal de la Universidad de Albany.
En 2006, por ejemplo, John Mark Karr confesó haber matado a la ganadora de un certamen de belleza infantil, JonBenet Ramsey, en Boulder, Colorado. Sin embargo, las pruebas de ADN lo exoneraron rápidamente. El caso sigue sin resolverse.
Los videos en los que Hernández confiesa también son una ventana a su vida llena de problemas: El hombre detalla los abusos físicos que sufrió de su padre, admite haber abusado sexualmente de una hermana, habla de ver en una visión a su madre muerta y dice que rara vez ve a un hijo, de su primera esposa.
Redlich dice que alguien con los antecedentes psicológicos y médicos de Hernández podría estar en riesgo de confesar un crimen que no cometió. La policía interrogó a Hernández por casi ocho horas, sin grabarlo, antes de que comenzaran a hacerlo con una videocámara.
La profesora opinó que el tiempo que duró el interrogatorio antes de que se grabaran las cintas fue «inusualmente largo». Una persona que está siendo interrogada puede incluso creer en ese momento que hizo algo terrible que nunca ocurrió, dijo Redlich.
«La policía ha desarrollado técnicas eficaces para hacer que la gente renuncie a sus derechos y que confiese», dijo Redlich. «A veces son más que eficaces, pues manipulan a gente inocente».
Hernández se ha declarado inocente. La audiencia judicial, que continúa por tercera semana el lunes, se centra en si su confesión puede ser utilizada como prueba.
Un hecho clave es si Hernández fue informado debidamente de sus derechos y si es capaz mentalmente de entenderlos. Sin embargo, algunos estudiosos creen que el juez de Manhattan Maxwell Wiley también debe tener en consideración la fiabilidad de la confesión, a pesar de que él no tiene la obligación legal de hacerlo.
«Esta es una evidencia central», dijo el profesor de derecho en la Universidad de Virginia Brandon Garrett, que se especializa en confesiones falsas. Dijo que el juez podría analizar la duración del interrogatorio, los antecedentes mentales de Hernández y otros factores.
jt/am

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