OPINION: El plagio de Melania, visto por Leonel
Siempre leo al presidente Fernández. He seguido sus artículos casi con devoción. No tanto porque suelo compartir sus puntos de vista sino, porque cuando disiento de él, aun me queda el placer de disfrutar de un excelente estilo de redacción corta, de pequeñas y precisas joyas de comunicación donde nunca se desperdicia un párrafo.
En cada nota que se publica de la autoría del ex presidente de la República, se advierte una intención clara, definida y exacta de exponer una idea, de pautar un mensaje, de “bajar una línea”. De modo que cuando lo leemos, salimos convencidos de que hemos conocido el “statement” o punto de vista oficial del jefe del PLD sobre la materia en cuestión.
Él ha tratado casi todos los temas públicos de interés, desde simples asuntos propios del quehacer de su partido, hasta los mas profundos asuntos de Estado, pasando por una gama de diversos problemas sociales y de contenido ético. Cuestiones del ámbito institucional, de liderazgo, derechos humanos, justicia, política, moral, costumbres, educación y futuro social, han sido expuestas con gran elegancia por el presidente del PLD.
Es por eso que me ha llamado la atención el mas reciente trabajo del ex presidente Fernández titulado: “El plagio de Melania”, donde él, haciendo un despliegue de conocimiento -como de costumbre- nos brinda una amplísima visión de lo que ha sido el “hacedor de discursos”, “speechwriter” o “ghostwriter”, como se les llama en idioma ingles.
Pero además, Leonel nos presenta una magnifica descripción de las implicaciones que tuvo o pudiera tener el desliz de Melania -involuntario probablemente- en el balance final de la campaña presidencial de Donald Trump, la gran sorpresa del proceso.
Paralelamente y demostrando un dominio absoluto de lo tratado, el ex presidente nos deleita con un recorrido histórico de mas de 200 años por la vida republicana de Estados Unidos y precisa la significación que han tenido los “speechwriters” en el éxito de varios presidentes americanos. Inclusive salpica su narración con exquisitas notas humorísticas, y hasta el momento, desconocidas por quien escribe.
Sobre los “escribidores de discursos” criollos (que el fino político no quiso mencionar) lo único que conozco, y siempre ha estado sujeto a confirmación, es que en la ocasión, al insigne poeta Del Cabral le propusieron hacer de “speechwriter” del presidente Antonio Guzmán, porque entre otras limitaciones, tenía dificultad para pronunciar la letra R; a lo que el avezado rimador de silabas exclamó: “pues si no puede pronunciar la R, hagámosle discursos sin erres”. Yo no alcanzo a imaginar el dominio del idioma que tenía el ilustre bate, para hacer una afirmación de ese tipo.
Mas adelante, el fino articulista y político se adentra en una enunciación de lo que representa la “retórica del poder”. Nos pasea por la antigua Grecia y sus mas importantes expositores del tema y nos conduce hasta los tiempos modernos, siempre resaltando el peso que tiene el arte del buen hablar en el logro del control político de las masas.
En este tramo de su prédica, el presidente Fernández hace algunas precisiones que me lucen muy interesantes, él explica la importancia y diferencia existente entre la persuasión y la coerción; y desde luego que nos traslada sin quererlo hasta aquel momento de su primer mandato donde se afirma que tuvo que “pagar para no matar”. Desde luego que ésta era una muy especial manera de “persuadir”.
Para abotonar esta excelente narración sobre la importancia del discurso, el articulista nos presenta una serie de oportunidades donde se ha utilizado la figura literaria denominada “metáfora” y resalta la grandeza que ella le ha agregado al discurso, llegando a veces a convertirlo en memorable.
En general, tengo que admitir que la pieza escrita que hoy nos regala el presidente del PLD, a unas escasas horas de sucedido el acontecimiento que la generó, es una obra de carácter didáctico para mí, y que evidencia de nueva vez, la capacidad de síntesis del autor, así como su incuestionable conocimiento de la historia política norteamericana.
Hay sin embargo, algo que aún no alcanzo a entender a plenitud. El presidente Fernández emplea 1400 palabras para referirse a un desliz que cometió la esposa de Trump, algo aparentemente sin importancia, si se advierte que el propio candidato ha cometido toda clase de tropelía verbal contra todo el mundo, incluidos algunos de sus potenciales votantes. Pareciera como que el despiste de Melania no es el objetivo de este artículo.
Esto me obliga a hurgar en el contenido, para descifrar los reales motivos que pudiera tener el ducho político nuestro, al entregar esta “cuasi obra de arte”. Visto el caso de que yo no tengo tanto vuelo mental, me gustaría que los amigos lectores me ayuden con este rompecabezas. ¿Qué quiere decir Fernández en realidad? ¿Hacia dónde quiere guiar nuestra atención?
Si de algo estoy seguro es de que en los próximos días, tal vez semanas, encontraremos el hilo de la madeja. Conoceremos con certeza, que rumbo tomará esta embarcación. Porque tanto ustedes como yo sabemos, que Leonel no gasta pólvora en garza.
¡Vivimos, seguiremos disparando!