El destructivo Secretario General de la OEA

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EL AUTOR es investigador académico. Reside en Alemania.

En un entrevista de CNN en Español del 2 de Julio del 2015, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro confiesa públicamente que cree que los haitianos deberían tener en República Dominicana «los mismos derechos» que los dominicanos, incluso «derechos políticos», que es una forma disimulada de decir «derecho al voto» en las elecciones dominicanas.

En una conversación específica a la inmigración haitiana en República Dominicana, Almagro dice exactamente (ver https://www.youtube.com/watch?v=N0uQd5mqZQs):

 
«un inmigrante es una persona con los mismo derechos que cualquier ciudadano…los mismos derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos».

Según este sujeto, si un número ilimitado de haitianos decide migrar a RD, éstos deberían adquirir «los mismos derechos» que cualquier ciudadano dominicano, incluyendo el derecho al voto en las elecciones dominicanas, y esos «mismos derechos» les tocarían a sus descendientes (traídos de Haití o nacidos en RD). En poco tiempo, los haitianos, sin tirar un tiro, tendrían el control político como mínimo de un gran número de provincias dominicanas, y posiblemente del país completo.

Esencialmente Almagro implica que los haitianos tienen derecho a desplazar de la Rep. Dominicana al pueblo dominicano y a reemplazarlo. Lo implica con sus propias palabras.

En otro fragmento de la entrevista, este sujeto reitera que el flujo voluntario o involuntario de haitianos desde RD hacia Haití debe ser «frenado», para que no tenga repercusiones desfavorables en Haití. Al parecer éste lo ha logrado, puesto que él devela que el gobierno dominicano aceptó su petición de parar todas las deportaciones de haitianos, «voluntarias» o «involuntarias» (verhttps://www.youtube.com/watch?v=BlqmBSvWg0Q ).  

 
El no explica por qué no exige a otros países miembros de la OEA, como los EEUU o Bahamas, que también paren las deportaciones de haitianos o de residentes ilegales de cualquier país. Tampoco explica qué significa «deportaciones voluntarias»; parece que él piensa que ningún haitiano debe regresar a su país de origen aún si es su propia decisión.

En ningún momento expresa este sujeto la más mínima preocupación por los efectos negativos de la masiva presencia haitiana en RD, especialmente sobre los dominicanos más pobres y/o desempleados.  A él le importa un bledo que en RD la tasa de desempleo ronde el quince por ciento (15%) o que el cuarenta por ciento de los dominicanos (cuatro millones) vivan en la pobreza incluyendo 1-2 millones en la extrema pobreza.

 
Tampoco le importa el efecto de la masiva presencia haitiana en hospitales dominicanos sobre la calidad del cuidado médico de los pobres dominicanos, ni como la masiva presencia de pupilos haitianos en las escuelas dominicanos reduce la calidad de la educación de los infantes dominicanos. Ni le importa a Almagro la inmensa y creciente deuda pública que pesa sobre el pueblo dominicano. ¡Y con razón no le importa nada de esto!. Pues ni siquiera le importa que el pueblo dominicano ¡desaparezca por completo de la humanidad!, absorbido por sus enemigos de 200 años.

Cabe señalar, que las ideas de Almagro serían altamente destructivas aún para su propio país, el Uruguay. Este es un país relativamente pequeño de unos tres millones y medio de habitantes, adyacente a dos gigantes sudamericanos: Argentina y Brasil de más de 40 y 200 millones de habitantes, respectivamente.

Si las condiciones económicas de sus vecinos empeoraran drásticamente en comparación con las del Uruguay, este país podría verse apabullado por millones de extranjeros, que — según Almagro — adquirirían «los mismos derechos» de los uruguayos, quienes prontamente pasarían a ser una simple minoría en su propia tierra. 
 
Lo mismo pasaría si un vecino gigante decidiese como política de estado incentivar la migración de millones de sus ciudadanos hacia el Uruguay con el expreso objetivo de tomar el control político de dicho país.

Almagro tiene que descontinuar su labor al frente de la OEA. Es demasiado destructivo para esa posición.

 
Almagro debe dimitir, y hacerlo ahora.
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