Depreciación por el uso de lo indebido

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Santo Domingo.

El Código Civil Dominicano, penaliza el pago y el uso “indebido” de la cosa. La regla de la Contabilidad enumera claramente los tipos de “depreciación”: Uso, Abuso y Desuso, o sea, el abandono de la cosa; por lo que el hombre  no quiere sentirse ni abandonado, ni despreciado.

Por el afán de trascender más allá de lo imaginario, nuestra sociedad ha dado un giro de 360 grados en sus usos y costumbres que, lo ha llevado a perder los valores morales, por las nuevas reglas del consumismo; regla que es globalizadora que, consiste en vivir hacia fuera, o sea, vivir de la apariencia que, tiene sus raíces en la presión de grupos y la presión social, motivada por el alto consumo de accesorios, agregada a nuestra forma de presentarnos en “sociedad”.

La presión social y la de grupo, te obliga a consumir artículos no indispensables para la vida, queriendo demostrar lo que no eres, obligándome a buscar donde no hay, o sea, vivir por encima de tus posibilidades, que, en el idioma contable, significa “vivir sobregirado”, buscando su bienestar y desarrollo; comprando cosas, aunque no sea necesario tenerla en el momento, pero la tiene. Algo así, como el comprador compulsivo.

Ese estilo de vida ha provocado un cambio por el consumo de marcas; estilo de vida que ha destruido la mente de los jóvenes dominicanos, provocándose aspiraciones desmesuradas, sustentadas en proyecciones de nuevos líderes, influenciado por el alto grado de consumo, de ahí que, quieran lograr lo que otros tienen; por ese estilo de vida, la juventud ha perdido los principios y valores morales, que nos enseñaron nuestros padres.

La falta de los valores ha contribuido a destruir la mente de niños y jóvenes de las tres últimas generaciones; por eso, tenemos los excesos de violencias que se han estado registrando, principalmente en la sociedad norteamericana, tomada de ejemplo por los jóvenes, donde impera el principio de “el que nada tiene, nada vale”. Eso, ha proyectado una sociedad basada en el “vil metal”, convergiéndose en un signo monetario, al estilo de “Tío Mc. Pato Donald”, que lo más importante de la vida, es el dinero.

Una vida desordenada, pone en peligro a todo aquel se traslade por el camino indebido, por un exceso de consumo, motivado por una opulencia económica transitoria; como escribió Doris Javier, en el Listín Diario, 23/3/01, “Lograr una mejor calidad de vida, es una frase que se ha puesto de moda en los últimos tiempos”, y agregó, “con el bombardeo a que son sometidas las sociedades modernas, son una utopía” que “Van de la mano con un sin número de factores, cada vez más es globalizantes.

Globalización que, cada día es más “estresante y competitiva, complicando seriamente al hombre, al grado tal, de que son víctimas de enfermedades emocionales y físicas  por llevar una vida económicamente desordenada;  son arbitrario de su propia persona por la forma atropellada por la que conduce su vida; de ahí, que cuanto más descendemos a los comienzos de la vida individual, la distinción entre la necesidad y el estímulo, se va haciendo cada vez más sutil, hasta parecer que llevamos una vida evanescente.

Es verdad que el hombre debe buscar el desarrollo del bienestar humano, pero sin afectar las normas y las costumbres generalmente aceptadas. No podemos caer en el consumismo estridente, ya que la sobreposición social, se convierte en simulación e histrionismo por el afán demostrativo mediante la competencia personal, para aparentar lo que no tenemos, pero en el fondo, lo que queremos no es obligatorio.

La propensión al gasto desordenado y desproporcionado hace que el hombre lleve un estilo indebido de su vida, abandonando por un exceso de hacer un trato deshonesto, que podría convertirse en un despreciado de la sociedad, porque aquel que ha hecho un uso de “lo indebido” de su vida, corre el riesgo de terminar humillado de forma miserable por la sociedad.

Luisruiz47@gmail.com

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